El único método para comprobar la fiabilidad de los datos superficiales, de confirmar la exactitud de las técnicas de teledetección y de ver en realidad que es lo que queda de un yacimiento, es, a pesar de la importancia cada vez mayor de la prospección, la excavación.
OBJETIVOS DE LA EXCAVACIÓN.
La excavación mantiene su papel protagonista en el trabajo de campo porque proporciona la evidencia más fiable para los dos tipos de información que más interesan a los arqueólogos:
1º) las actividades humanas en un período determinado del pasado.
2º) los cambios experimentados por esas actividades de una época a otra.
Podríamos decir, en líneas muy generales, que las actividades simultáneas tienen lugar de forma horizontal en el espacio mientras que sus cambios se producen verticalmente en el tiempo. Esta distinción entre “segmentos de tiempo” horizontales y secuencia verticales es lo que constituye la base de buena parte de la metodología de excavación.
En la dimensión horizontal, los arqueólogos confirman la contemporaneidad –las actividades que se produjeron al mismo tiempo- verificando, mediante la excavación, que los artefactos y estructuras se encuentran asociados y en un contexto sin alterar. Por supuesto, existen muchos procesos postdeposicionales que pueden perturbar este contexto primario. Uno de los principales propósitos de la prospección y de los procedimientos de tele detección es seleccionar yacimientos a excavar, o sectores de estos, que estén razonablemente poco alterados.
En un yacimiento de un solo período, como puede ser un campamento del hombre primitivo en África Oriental, resulta vital que podamos reconstruir con exactitud el comportamiento humano en el campamento. Pero en un yacimiento con varias fases, como una ciudad europea de larga vida o un tell del Próximo Oriente, el hallazgo de amplias zonas con depósitos sin alterar seria prácticamente imposible. Aquí, los arqueólogos tienen que tratar de reconstruir, durante y después de la excavación, que alteración se ha producido y decidir entonces como interpretarla. Sin duda, debe llevarse un registro adecuado a medida que avance la excavación, si se quiere emprender la tarea de interpretación con alguna posibilidad de éxito. En la dimensión vertical, los arqueólogos analizan los cambios temporales mediante el estudio de la estratigrafía.
LA ESTRATIGRAFÍA.
Uno de los primeros pasos para comprender la gran antigüedad de la humanidad fue el descubrimiento, por los geólogos, del principio de estratigrafía: que los niveles o estratos se disponen uno encima de otro, como consecuencia de procesos que todavía prosiguen. Los estratos arqueológicos (los niveles de desechos culturales o naturales visibles en los cortes de cualquier excavación) abarcan periodos de tiempo mucho más breves que los geológicos, pero se ajustan, sin embargo al mismo principio de superposición. Dicho en pocas palabras, este principio establece que, donde un nivel se superpone a otro, el inferior se habrá depositado antes. Por lo tanto, un perfil vertical excavado que muestre una serie de capas, constituye una secuencia que se ha acumulado a lo largo del tiempo. Señalar que el principio de superposición solo se refiere a la secuencia de deposición, no a la edad del material de los diferentes estratos. Los contenidos de los niveles inferiores son, por lo general, más antiguos que los de los superiores, pero los arqueólogos no deben dar esto por sentado. Los hoyos excavados desde un nivel superior o las madrigueras de los animales pueden introducir materiales posteriores en estratos más bajos. Más aún, a veces los estratos pueden invertirse, como cuando se erosionan constantemente desde la cima de una ladera hasta el fondo de una zanja.
En los últimos años, los arqueólogos han creado un método ingenioso y efectivo para comprobar si los artefactos descubiertos en un depósito concreto son contemporáneos o intrusitos. Han descubierto que en una cantidad asombrosa de casos, las lascas de piedra o hueso pueden encajarse de nuevo, volver a ensamblar con la forma de bloque de piedra original o del trozo de hueso del que proceden. Además de aclarar problemas de estratificación, la practica del remontado o reconstrucción esta transformando los estudios arqueológicos relativos ala tecnología primitiva.
La estratigrafía es, por lo tanto, el estudio y evolución de la estratificación: el análisis de la dimensión temporal y vertical de una serie de niveles, respecto ala dimensión espacial y horizontal(aunque en la practica, pocos estratos son exactamente horizontales.
¿CUALES SON LOS MÉTODOS DE EXCAVACIÓN MÁS ADECUADOS PARA RECUPERAR ESTA INFORMACIÓN?
MÉTODOS DE EXCAVACIÓN.
La excavación es costosa y destructiva y, por lo tanto, nunca se debe realizar a la ligera. Debe utilizarse antes de la excavación, cuando sea posible, los métodos no destructivos para lograr los objetivos de la investigación.
Pero suponiendo vaya a realizarse la excavación y que se hayan obtenido los fondos y permisos necesarios para excavar ¿Cuáles son los mejores métodos a aplicar?
Ni que decir tiene que todos los métodos de excavación han de adaptarse al tema de investigación que tengamos entre manos y ala naturaleza del yacimiento. No es correcto excavar un yacimiento urbano muy estratificado, con cientos de estructuras complejas, miles de hoyos excavado y cientos de miles de artefactos, como si fuera igual a un yacimiento paleolítico al aire libre y poco profundo, donde solo han pervivido una o dos estructuras y unos pocos cientos de artefactos .En términos generales podemos dividir las técnicas de excavación en:
1º) Aquellas que subrayan la dimensión vertical mediante la excavación de depósitos profundos que revelan la estratificación;
2º) Aquellos que se centran en la dimensión horizontal, mediante la apertura de áreas amplias de un nivel concreto para exteriorizar las relaciones espaciales ente los artefactos y las estructuras de este estrato.
La mayoría de los arqueólogos combinan ambas estrategias, pero hay formas distintas de hacerlo. Damos por sentado que el yacimiento ya ha sido prospectado y que se ha establecido una división en cuadriculas para facilitar un registro correcto.
El método Wheeler trata de satisfacer tanto las exigencias horizontales como las verticales, mediante la conservación de testigos de tierra intactos entre las cuadriculas, de forma que se puedan rastrear y correlacionar los distintos niveles ente los perfiles verticales de todo el yacimiento. Una vez que se ha determinado la extensión y distribución general del mismo, se puede retirar algunos de los testigos y ensamblar las cuadriculas de una excavación abierta para poner de relieve cualquier estructura (como un suelo de mosaico) que sea de especial interés.
Los defensores de la excavación en área, critican el método Wheeler diciendo que los testigos se sitúan o se orientan inevitablemente del modo más inoportuno para aclarar las conexiones ente perfiles e impiden distinguir los patrones especiales en áreas grandes. Es mucho mejor, según otros críticos, no tener estos testigos permanentes o semipermanentes, sino abrir áreas amplias y cortar perfiles verticales (imprescindibles se mire por donde se mire, para el cuadriculado del yacimiento).Solo cuando sean fundamentales para resolver relaciones estratigráficas especialmente complejas.
Dejando al margen estos”perfiles directores”la dimensión vertical se registra mediante mediciones tridimensionales precisas a medida que avanza al excavación, y que se reconstruyen sobre el papel tras su termino. La aparición de métodos de registro más avanzados, incluyendo los ordenadores de campo, posibilita la aparición de este método en áreas más exigentes.
El método de excavación en área resulta especialmente eficiente allí donde hay depósitos de una sola época cerca de la superficie. Aquí la dimensión temporal puede estar representada por una expansión hacia los lados y se hace necesario descubrir áreas horizontales amplias para comprender este complejo patrón de reedificación.
Por ultimo, se puede citar, dentro de la línea de que no hay un único sistema de excavación, sino que hemos de plantearnos en cada caso lo más adecuado, otro sistema, muy particular, que se han usado para yacimientos de localización unitaria como Tholoi o Megalitos. Se conoce como sistema Van Gieffen o de cuadrantes, y consiste en subdividir el área a excavar en cuadrantes e ir excavando los opuestos, dejando ente ellos testigos que se levantan al final.
Cualquiera que sea el método empleado, una excavación solo será buena en la medida en que lo sean sus métodos de recuperación y registro. La excavación es una actividad irrepetible debido a que implica la destrucción de buena parte de los datos. Son esenciales unos métodos de recuperación muy estudiados y debe llevarse un registro meticuloso en cada fase de la excavación.
RECUPERACIÓN Y REGISTRO DE LA EVIDENCIA.
Como ya hemos visto, cada yacimiento tiene sus exigencias. Se puede tratar de recuperar, y señalar la posición horizontal de todos los artefactos procedentes de un yacimiento del Paleolítico o del Neolítico poco profundos y con una sola ocupación. Pero este objetivo resulta sencillamente imposible para el arqueólogo urbano.
Una vez que se haya recuperado un artefacto y se haya registrado su situación, debe dársele un número que se anota en un inventario o en un ordenador. Los progresos diarios de la excavación se registran en cuadernos de campo o en fichas de datos, en las que se hayan impreso previamente algunas preguntas a contestar (y que ayudan a generar datos uniformes y apropiados para un análisis informático posterior).
Salvo los artefactos, que pueden ser retirados para su ulterior estudio, las estructuras y construcciones se dejan, por lo general, en el lugar que fueron halladas, o son destruidas a medida que avanza la excavación hacia otro nivel. Por lo tanto es imprescindible registrarlas, no solo con una descripción escrita en el diario de campo, sino también con dibujos y fotografías a la escala adecuada. Lo mismo con los perfiles (secciones) verticales y también es esencial tomar buenas fotografías a vista de pájaro, desde un andamio o un globo atado, de los niveles horizontales.
Los diarios de campo, los dibujos a escala, las fotografías y los disquetes de ordenador-junto con los artefactos, huesos de animales y registros vegetales recuperados-constituyen el registro total de la excavación, la base sobre la que se elaboraran todas las interpretaciones del yacimiento. Este análisis posterior necesitara de muchos meses, quizá años, y a menudo, se prolongara mucho más que la propia excavación. Sin embargo, parte del estudio preliminar, concretamente la selección y clasificación de los artefactos, se realizara sobre el terreno durante el curso de la excavación.
TRATAMIENTO Y CLASIFICACIÓN.
Al igual que la propia excavación, el tratamiento de los materiales recuperados en el laboratorio de campo constituye una actividad especializada que exige una planificación y una organización muy cuidadosa.
Existen, sin embargo, dos aspectos de la actuación de los laboratorios de campo que vamos a exponer aquí brevemente primero se refiere ala limpieza de los artefactos, el segundo a su clasificación. En ambos casos señalaremos la necesidad de que el arqueólogo tenga siempre en cuenta, de antemano, el tipo de problemas que puede el material recién excavado. La limpieza minuciosa de los artefactos constituyen, por ejemplo, una etapa tradicional de la excavación de todo el mundo. Sin embargo, muchas de las técnicas científicas nuevas, ponen de manifiesto que los artefactos no deben ser necesariamente limpiados en profundidad antes de que un especialista haya tenido la ocasión de examinarlos. Por ejemplo, ahora sabemos que se puede conservar residuos de comida en las vasijas y restos de sangre en los útiles líticos, debe evaluarse esta posibilidad antes de que se destruya la evidencia. Sin embargo, la mayoría de los artefactos deben ser limpiados, en mayor o menor medida, si van a ser seleccionado y clasificados. La selección inicial se hace con base en categorías generales como útiles líticos, cerámicas y objetos de metal. Luego estas categorías, se subdividen o clasifican para crear grupos más manejables que serán posteriormente estudiados. La clasificación suele hacerse según tres tipos de características o atributos:
1. Atributos superficiales (que incluyen la decoración y el color).
2. Atributos formales (las dimensiones y la propia forma).
3. Atributos tecnológicos (materias prima original).
Los artefactos que comparten atributos similares se agrupan en tipos artefactuales, de ahí el término tipología, que se refiere simplemente a la creación de estos tipos. La tipología se impuso en el pensamiento arqueológico hasta la década de los 50 y todavía desempeña un papel importante en la disciplina. El motivo es evidente, los artefactos constituyen una parte sustancial del registro arqueológico y la tipología ayuda a los arqueólogos a establecer un ordenen este conjunto de datos también se ha empleado la tipología como un medio para definir las entidades arqueológicas de un período determinado. Las agrupaciones de los tipos de artefactos (y de construcciones) de una época y lugar concreto se denomina Conjuntos y la suma de estos reciben el nombre de Culturas Arqueológicas. La dificultad surge cuando intentamos traducir esta terminología en función del ser humano y relacionan una cultura arqueológica con un grupo real de hombres del pasado. Esto nos lleva a los propósitos de la clasificación. Tipos, Conjuntos y Culturas son, todos ellos, construcciones artificiales creadas para poner orden en el caos de los datos. La trampa en la que cayeron las generaciones anteriores de investigadores fue permitir que esas construcciones el modelo en que tenían que reflexionar sobre el pasado, en vez de utilizarlas simplemente como un medio de dar forma a la evidencia. Ahora reconocemos con más claridad que se necesitan clasificaciones distintas para las diferentes preguntas que queramos responder. Nuestra capacidad para elaborar y aplicar correctamente las clasificaciones nuevas se ha incrementado enormemente gracias a los ordenadores, que permiten a los arqueólogos comparar las asociaciones de atributos distintos, en centenares de objetos a la vez.
En conclusión, no podemos afirmar que se haya malgastado buena parte del esfuerzo realizado en la prospección, excavación y análisis posterior, a menos que se publiquen los resultados, previamente como informe provisional y posteriormente en una monografía más amplia.
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