lunes, 26 de julio de 2010

TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS EN ROMA

1.  Introducción

A pesar de la cantidad y calidad de las construcciones romanas que se han conservado hasta nuestros días, las realizaciones de Roma en cualquier campo de las artes plásticas han tendido a infravalorarse al producirse el redescubrimiento del arte griego a finales del siglo XVIII. La primacía de Roma empezó a cuestionarse, fundamentalmente cuando se demostró que muchas supuestas “obras maestras” romanas sólo eran copias de originales griegos.

Esta interpretación neoclásica del arte romano lo relegó al ámbito de los fenómenos que no merecen la pena a la hora de ser estudiados. Pero esto no ha sido el único equívoco infiltrado con insistencia en nuestra imagen de la cultura plástica romana.

Lo cierto es que, entre las diversas interpretaciones, no se puede negar que el papel histórico del arte romano es fundamental. Por una parte está absorbiendo la herencia de Gracia y la transmite directamente a Occidente. Por otro lleva a la ruptura con el Helenismo y prepara la Edad Media.

En cualquier caso, un proceso formativo coherente fue siempre algo extraño a la civilización romana en todos los dominios del arte con excepción quizás de la arquitectura. Al principio se trató más bien de construcciones romanas revestidas de formas ornamentales helenísticas. Tuvo por tanto, un carácter ecléctico. Lo cierto es que la influencia griega sobre el arte romano es innegable aunque, en realidad, tenga dos aspectos. En primer lugar, existe una influencia helénica muy fuerte en el arte de los etruscos. En segundo lugar el imperio romano entró en contacto directo con los griegos en el curso de las conquistas militares de los últimos siglos antes de Cristo, y este contacto constituyó un impacto arrollador en el gusto romano.

Este afán de conquista complica bastante la definición de arte romano, es bastante difícil de delimitar. La contribución de las provincias es inmensa aunque sea muy reciente nuestra apreciación de lo que vale.
Sin embargo, la ciudad de Roma fue durante 8 siglos el lugar decisivo de la historia romana y de sus creaciones plásticas, a pesar de su difícil trayectoria pues pasó a ser en el breve espacio de unas generaciones, el más pujante centro económico.

Por otra parte, el Imperio Romano no representa un solo episodio en la historia del arte, sino por lo menos tres: la Roma primitiva, el período republicano y la época imperial.

Los restos arqueológicos evidencian que roma comenzó siendo un grupo de poblados asentados en las colinas. Los valles eran utilizados como necrópolis. Esta existencia continuó hasta que, a finales del siglo VII a.C., Roma entró en la órbita etrusca y durante un siglo o más, fue gobernada por reyes etruscos. Se dieron allí por primera vez todos los variados aspectos de la vida urbana. El valle del foro fue drenado y se convirtió en el centro cívico; se construyeron los primeros templos y los primeros edificios públicos monumentales; las casas con tejado sustituyeron a las cabañas con tejado de paja; se importaron dioses etruscos y, en otro terreno, una gran cantidad de cerámica griega.

En el s. III a.C. Roma había llegado a dominar toda Etruria y había emprendido la conquista de la Italia meridional, de Sicilia y de la misma Grecia. A finales del s. II era ya el estado más poderoso del Mediterráneo.

A finales del siglo II d.C. bajo el principado de Cómodo (180 – 192), comienza la crisis del mundo antiguo que se hará decisiva y dramática a lo largo del siglo III y prepara a continuación la transición al mundo medieval. Roma seguirá siendo todavía el centro administrativo pero las provincias participarán cada vez más en su vida política y cultural. La importancia de éstas, se hará cada vez mayor, hasta el traslado de la sede oficial del poder el 324 a Bizancio. En el 330 la Nueva Roma pasará a ser el centro del Imperio y se llamará Constantinopla.


2.  La arquitectura

De todas las artes romanas, la arquitectura es la que mejor respondió al impacto cultural griego de una manera más creativa y menos secundaria. Es en la arquitectura en donde los romanos demostraron una mayor originalidad.

Probablemente lo más innovador de la arquitectura romana sea la utilización de nuevas técnicas y nuevos materiales. El arco, por ejemplo, había sido empleado en la arquitectura urbana griega y en las puertas de las ciudades etruscas, pero los arquitectos romanos supieron explotar todas sus posibilidades. Las bóvedas de cañón y posteriormente las de aristas, fueron utilizadas, en la Italia de la República, en mayor escala tanto para grandes edificios públicos como para residencias privadas. Lo cierto es que, aunque los griegos conocían los principios estructurales de arcos y bóvedas, dichos principios casi no tenían aplicación en el alado del templo griego. La habilidad de los arquitectos romanos consiste en su capacidad para utilizar estas técnicas de manera más regular.

Gracias fundamentalmente al arco y a la bóveda, los romanos crearon edificios con unos interiores cada vez más ricos en relaciones espaciales. Los grandes volúmenes aparecen en Roma transferidos al interior, muy ayudados también por la técnica de construcción de los muros; estos se consideraban más como un elemento inerte destinado a encerrar un espacio que como una estructura de sostén. Así, los espacios interiores, cubiertos de superficies cóncavas, a menudo situadas en grandes alturas, crearon volúmenes cuyo punto focal se encuentra en el interior de la misma estructura y no en el exterior. El hombre cuando está en el interior de estos edificios, experimenta un sentimiento de subordinación a la estructura majestuosa e inaprensible sobre la que el ojo no encuentra un punto de apoyo articulado y recibe de ella, por consiguiente, un nuevo impulso dinámico.

La creación de este nuevo espacio hubiera sido imposible sin la combinación de los principios del arco y la bóveda con el uso de materiales nuevos. En la Roma primitiva se habían venido utilizando piedras de mejor calidad y se había pasado de las tobas locales a la piedra caliza, más dura. También era corriente el uso de piedras sin labrar y el mortero, sobre todo para los cimientos. La utilización de este material, además, se revolucionó por el descubrimiento en el siglo III a.C. de que un mortero de cal conteniendo arena volcánica producía, al ser vertido por los cascajos o piedras sin labras (caementa), un hormigón que al fraguar poseía una dureza extraordinaria y que permitía construir muros enteros (opus caementicium). Un ejemplo temprano de la utilización a gran escala de este material lo constituye el Porticus Aemilia (193 a. C.)
Un enorme conjunto de almacenes de casi quinientos metros de longitud levantado cerca del Tíber y consistente en unas estancias abovedadas construidas con hormigón y revestidas de piedras irregulares (opus incertum).
Respecto a la calidad del hormigón, tanto los componentes de la argamasa como la naturaleza del revestimiento experimentaron un gran desarrollo a lo largo de los siglos.
                                                                                               Porticus Aemilia, Roma

La innovación del hormigón se aplicó sobre todo a termas, teatros y anfiteatros, es decir, a tipologías de edificios que habían tenido pocos precedentes que pudieran servir de modelo consagrado.

Por otro lado, el primer factor que determina la elección de materiales de construcción es su existencia en la zona; la mayor parte de la arquitectura romana anterior al s I a.C. dependió de los recursos locales, aunque con muchas y variadas excepciones.

El adobe se utilizaba aún extensamente a finales del s. I a.C.; el mármol y el travertino sustituyeron a la toba y el adobe fue gradualmente sustituido por hormigón revestido de mampostería y más adelante, de ladrillo. De hecho hasta el incendio neroniano del año 64 d.C. no fueron derruidas muchas antiguas viviendas de adobe.

El creciente uso del ladrillo como material de revestimiento hizo que pasara a ser utilizado también con finalidades decorativas. En un principio, el ladrillo sólo podía ser la base de una decoración ejecutada en estuco con detalles más finos. Más adelante, incluso los capiteles corintios y las dentículas y ovas de las molduras de las cornisas, se hicieron de ladrillo a molde o tallado.

Desde aproximadamente el 40 a.C. se empieza a utilizar ampliamente en Italia Central, el opus reticulatum, que consistía en bloques piramidales colocados con los lados cuadrados hacia fuera, alineados para formar un dibujo diagonal, semejante a una red, en la superficie del muro, y con los vértices incrustados en el núcleo de hormigón que revestían.

Por su parte, la fábrica de piedra labrada, grandes bloques cuadrados de piedra colocados en hiladas horizontales, se extendió por todo el imperio excepto en los lugares en que era imposible obtener piedra que pudiese ser labrada con necesario acabado. Este opus quadratum tiene algunas características especiales, una de ellas es la mampostería rústica de juntas rebajadas, es decir bloques cuadrados colocados como piedras labradas pero con la cara exterior conservando la tosca talla de la cantera, excepto los márgenes, que eran cincelados para definir los bordes. La piedra queda así inacabada, pero se dejaba deliberadamente así en algunos edificios monumentales a los que confiere un aspecto rugoso y robusto.

Otra característica es el mármol, un material que alcanzó un enorme prestigio por su utilización en edificios de la mayor categoría. El mármol de Carrara, al norte de Toscana, llegó a ser usado habitualmente en los edificios públicos de Roma, y desde allí su uso se extendió a otras regiones de Italia y a las provincias occidentales.

Tan importante como las innovaciones en la técnica o los materiales, es el grado de conservadurismo y de respeto a la tradición que refleja la arquitectura romana. En este sentido, la característica principal e la retención y reelaboración de los órdenes arquitectónicos griegos, sobre todo el corintio, en el tratamiento externo de los edificios.

Los romanos adoptaron los órdenes de la arquitectura griega, pero también es verdad que les dieron un tratamiento especial. Los primeros edificios en que se utilizó con profusión el mármol de Carrara ponen de relieve el peculiar corintio romano en una forma ya desarrollada, con su característica talla de hojas en el capitel y de modillones en la cornisa. Estos modillones estaban generalmente ornados con volutas. Sus precedentes no se hallan tanto en la arquitectura monumental como en la decoración interior de estuco de los edificios de Roma y de la Campania.

El capitel corintio, por ser el más ornamentado, fue el preferido por los romanos en los edificios monumentales, el jónico, sin embargo fue utilizado de manera bastante parca, aunque se utilizó a menudo en hileras que decoraban el exterior de los teatros y de los anfiteatros. El orden dórico clásico había sido la base del tipo de columna utilizada en la arquitectura etrusca. La versión romana del dórico difería en que tenía un capitel más pequeño con un perfil más complejo: un collarino corto y un astrágalo separaban el capitel del fuste; éste era más esbelto y no tenía estrías, mientras que la basa era moldurada. Los arquitectos del renacimiento dieron a esta versión el nombre de Columna Toscana.

Mientras en Grecia la arquitectura había conservado un carácter completamente unitario, en Roma, aunque el templo se acomoda bastante al modelo griego, nacen nuevas tipologías de edificios en correspondencia en cada momento con el fin utilitario para el que se habían destinado. Encontraremos así edificios que abarcan desde basílicas, termas, anfiteatros, arcos monumentales hasta graneros, bloques de viviendas, casas de campo y por supuesto obras de ingeniería.

Sin embargo sorprende que pocos de estos edificios puedan ser atribuidos a un arquitecto conocido. Los edificios pertenecían a Roma y fueron construidos para emperadores. En la sociedad romana se consideraba que el mérito de un edificio era de quienes lo habían concebido, encargado y financiado, mucho más que del técnico que traducía el deseo de su señor a ladrillos y mortero.
                                               Capitel compuesto

Resulta irónico que Vitrubio, el arquitecto romano más familiar, no esté relacionado con ninguno de los edificios notables de su tiempo, aunque trabajó en un momento de gran fecundidad arquitectónica en Roma. Vitrubio había trabajado por encargo de Julio César y de Augusto, pero la experiencia que denota su obra es la de un tratadista general, más que la de alguien que estaba en la vanguardia de las modas metropolitanas: por eso es todavía más útil.

Vitrubio quiso que su obra fuese completa: habló de la educación del arquitecto y de los principios fundamentales de la arquitectura; de los materiales de construcción; de los templos y las proporciones de los órdenes clásicos… La amplitud de conocimientos y habilidad que Vitrubio esperaba de un arquitecto romano puede resultar sorprendente en la época actual, pero los romanos no establecían líneas divisorias claras entre un arquitecto o un ingeniero.

Así, cuando Vitrubio escribía que un arquitecto debía tener conocimientos de geometría, historia, filosofía, música, medicina, leyes y astronomía, no obedecía a ningún capricho, sino se debía a sensatas y prácticas razones: el conocimiento de la medicina era deseable para que los edificios no fuesen situados en terrenos insanos y el conocimiento de la astronomía era necesario para la construcción de relojes de sol que marcasen la hora con exactitud.

Lo cierto es que Vitrubio escribió poco sobre la formación de los arquitectos y absolutamente nada sobre su organización. Muchos de ellos debieron haber aprendido y practicado su oficio en pequeños talleres familiares.

IMÁGENES DE LOS DISTINTOS HORMIGONES ROMANOS
Opus craticium de Herculano                                                                                        Opus africanum de Dougga, Túnez












Opus reticulatum de Pompeya
Zanja de cimentación en Opus cæmenticium

ARQUITECTURA RELIGIOSA

1.  El periodo republicano: la configuración del esquema oficial del templo romano

La tipología básica del templo romano adquirió su primera configuración formal y estética en época republicana combinando tres elementos decisivos: la tradición arquitectónica etrusca, la adaptación a su propio gusto del influjo griego y la aportación específica romana de nuevos materiales así como de nuevas técnicas constructivas, dando lugar a obras que poseen una nueva imagen y un nuevo modo de entender el espacio.

Los primeros templos construidos en Roma se atenían sin reservas al modelo tuscánico o etrusco; hay que tener en cuenta que la ciudad había sido gobernada durante el siglo VI a.C. por 3 reyes etruscos depuestos finalmente por los romanos, a los que transmitieron gran parte de sus tradiciones culturales y ritos religiosos, imponiendo además su modelo oficial de santuario. Su mejor exponente de época republicana es el Templo de Júpiter Óptimo Máximo, conocido como “Júpiter Capitolino” construido en la acrópolis religiosa más importante de Roma, el Capitolio, convirtiéndose en sede del culto oficial y centro religioso de la ciudad. Aunque su estructura no se ha conservado, se sabe que respondía sin reservas a la tipología de templo etrusco: triple cella, elevación sobre un alto podio, doble pórtico de columnas más espaciadas que las de los templos griegos y decoración a base de cerámicas. Siguiendo este modelo fueron construidos otros muchos santuarios entre los siglos VI y IV a.C., tanto en Roma como en ciudades próximas, entre ellos el de Saturno en el Foro y el  de Ceres, Liber y Libera cerca del circo Máximo.

La transformación de este modelo para convertirlo en una realidad nueva, el templo específicamente romano, comenzaría hacia los siglos III y II a.C. Sus causas se deben a la plena asimilación por parte de los romanos de la influencia griega.
Fruto de este proceso de helenización fue la adopción de los órdenes arquitectónicos griegos, reinterpretados e incorporados a la tipología tradicional de templo etrusco, dando lugar a las primeras creaciones propias de la arquitectura religiosa romana. Un buen ejemplo de este proceso es el Templo de Hércules en Cori, construido en el s. III a.C., donde adoptaron el orden dórico y confiriendo a sus elementos un canon más esbelto que sería aplicado a una estructura típica etrusca.
Algo similar ocurriría con uno de los templos más emblemáticos de esta fase arquitectónica, el Templo de la Fortuna Viril, Roma, donde el podio y la planta son etruscos, pero el orden jónico que le compone ha sido modificado para adaptarle al gusto romano. Se trata de un templo pseudoperíptero, es decir, con sus fachadas laterales rodeadas de columnas no exentas, sino semiempotradas en el muro, tal y como se empleó en algunos edificios griegos.

Aparecía así una de las características más definidas de los templos romanos: la tendencia a ampliar el pórtico delantero y dotarle de mayor importancia, convirtiéndole en una especie de pórtico etrusco ampliado, en relación al cual la columnata que le rodeaba perdía importancia.

Según algunos autores la adopción de este rasgo fue consecuencia de la concepción del templo por parte  de los romanos como  un edificio  integrado                                                                 
 en la ciudad, cuya percepción iba a estar condicionada por los diferentes puntos de vista desde los que pudiese observarse. De esta forma reducían la importancia de las perspectivas laterales y traseras en pro de la frontal. Con estas aportaciones se configuraría la tipología oficial de templo romano.
                                                                                                                                               

El filo-helenismo que había comenzado a adoptar la arquitectura romana tuvo también su reflejo en la asimilación, hacia el s. III a.C., de otra modalidad de templo religioso: el templo circular, tipo tholos. Esta tipología fue aplicada con profusión en Roma durante el s. II a.C., para decaer posteriormente ante el éxito del modelo de templo oficial de origen etrusco. Pero los romanos supieron incorporar una nueva versión que pasaba por la reinterpretación de los órdenes griegos y la incorporación de nuevos materiales y técnicas. Se inauguraba así en relación a la arquitectura religiosa la “fórmula maestra” de la arquitectura romana: la síntesis de la estética griega con un conjunto de novedades técnicas que transformaban el modo de construir y el sentido del espacio interior de los edificios.

El templo de Vesta, en Tívoli, era un tholos construido en el s. I a.C. que refleja a la perfección lo comentado. Los romanos partieron para su construcción de una tipología griega de templo circular corintio adaptada a sus propios modos.

La novedad de planteamientos exhibida por obras de este tipo es evidente. Su más elevado exponente dentro de la arquitectura religiosa de época republicana fue el Santuario de la Fortuna Primigenia, en Palestrina. Se trata de un edificio de tipo “oracular” que reflejaba a la perfección la monumentalidad que adquirió la arquitectura romana durante el mandato de Sila, siendo su característica más destacada la de presentar una perfecta fusión entre el modelo de santuario con terraza y peristilo de filiación helena con las formas y técnicas constructivas romanas. El conjunto se escalonaba sobre un monte a través de 6 terrazas que se combinaban con peristilos, organizado todo ello a partir de   un eje de simetría que coincidía con el camino de acceso al santuario. Una imagen griega construida gracias a los avances romanos en el campo de la ingeniería, incorporando nuevas formas de combinar los elementos arquitectónicos: arcos de medio punto, corredores y galerías abovedadas… posibles en gran medida al empleo de nuevos aparejos: el opus incertum y el opus reticulatum.



2.  La arquitectura religiosa de la Roma Imperial

2.1  El mandato de Augusto: el modelo de templo itálico “helenizado”

Durante el s. I a.C., Julio César tomó conciencia del valor propagandístico que podía tener el arte en relación a la política y emprendió un importante programa constructivo que transformó la imagen de Roma y que tuvo el mejor reflejo en el Foro de Julio.  Esta tarea fue proseguida por Augusto promoviendo la construcción de espacios urbanos y arquitecturas que tenían como finalidad crear una arquitectura oficial con la que se pudiese identificar el Imperio. Esta arquitectura comprendía dos principios fundamentales ya presentes en las obras republicanas: el empleo del lenguaje arquitectónico griego reinterpretado según gustos romanos y la incorporación habitual de nuevos materiales y técnicas de construcción. Será en este momento cuando el ladrillo cocido pasa de ser un complemento de la piedra a convertirse en elemento básico de las obras y también cuando comienza la explotación de las canteras propias de mármol, las de Carrara, sustituyendo el opus incertum por el opus reticulatum.

Planta de los Foros de Augusto y César según P. Gros





Evolución de los foros imperiales
Uno de los principales frentes arquitectónicos emprendido por Augusto fue la arquitectura religiosa, debido a su propaganda política basada en el retorno a los pasados valores morales y en la restauración de la religión oficial. Para ello mandó erigir templos monumentales que seguían en su estructura el modelo tipológico de los republicanos,  transformados mediante la incorporación de algunas novedades que darían al templo augústeo una imagen especial, basada en el empleo generalizado del mármol, la incorporación de un orden corintio muy bien trabajado e incorporando el frontón a la manera griega del s. V a.C. en el que la arquitectura de época de Augusto encontró su inspiración.

Para potenciar dichas reformas mandó erigir templos monumentales que seguían en su estructura el modelo tipológico de los republicanos, pero transformados mediante la incorporación de algunas novedades que darían al templo augústeo una imagen especial, basada en el empleo generalizado del mármol, la incorporación de un orden corintio muy bien trabajado al que dieron una estética nueva acortando el espacio de los intercolumnios para dotar al edificio de mayor ascensionabilidad e incorporando el frontón a la manera griega del s. V a.C. en el que la arquitectura de época de Augusto encontró su inspiración. Uno de los templos más emblemáticos construidos por iniciativa de Augusto en el Foro romano es el de Mars Ultor o Marte Vengador, un edificio de alto valor político-religioso, pues era allí donde el senado debatía cuestiones de paz y guerra y donde los príncipes de la familia imperial eran investidos con la toga viril. Plinio lo describiría como uno de los más bellos de Roma. Se trataba de un edificio corintio erigido sobre un podio, rodeado de pórticos y realizado en mármol de Carrara, al que se habían incorporado cariátides al estilo del Erecteion griego en el piso superior.

Pero frente a su apariencia de intentar recuperar la magnificencia y esplendor de la Grecia Clásica, los arquitectos romanos incorporaron algunas novedades estructurales que afectaron sobre todo al interior del templo y que pusieron de manifiesto un cambio sustancial respecto a la arquitectura griega: la valoración del espacio interior del edificio. En este caso apreciamos dicha novedad en la construcción de dos exedras o espacios semicirculares, una al fondo de la cella y cubierta por una media cúpula de hormigón, que introducía cierto movimiento a la estructura arquitectónica creando un juego de luces y sombras, sentando un precedente que tendría gran éxito en los templos del siglo II d.C.

El templo de Mars Ultor incorporó como novedad la articulación de su espacio interior mediante la combinación de las  tres tipologías de edificios griegos: la basílica civil, el templo y las salas de recepción de los palacios.
Las novedades incorporadas al templo por la arquitectura de Augusto, tuvieron su reflejo en las provincias del Imperio debido a la romanización existente en estos momentos. De los muchos templos construidos destaca la Maison Carrée, de Nîmes (Francia), representativo de la fusión que experimentó en la arquitectura romana la estructura de templo itálico con la imagen típica de los templos griegos. El edificio, pseudoperíptero, seguía el modelo descrito por Vitrubio siendo muy parecido al de la Fortuna Viril, aunque su cella no aparecía compartimentada, el orden jónico había sido sustituido por el corintio y existían más elementos decorativos sobre el friso.



3.  Las innovaciones tipológicas de los siglos II y III d.C.


3.1  Los templos abovedados: el Panteón

Las tendencias arquitectónicas impuestas por Augusto en la arquitectura sacra fueron continuadas durante el s I d.C. por los emperadores de las dinastías Julio-Claudia y Flavia experimentando escasas innovaciones tanto en Roma como en las provincias del Imperio debido en gran medida al intento por parte de los emperadores de mantenerse fieles a unos patrones artísticos que habían quedado relacionados con los momentos de esplendor de los primeros tiempos del Imperio.

Habrá que esperar hasta el s. II d.C. para que se produzca la segunda gran innovación de la arquitectura religiosa romana de época imperial: los templos de planta circular cubiertos por bóveda o cúpula y construidos con hormigón. Uno de sus rasgos más sobresalientes será la valoración del espacio interior del edificio y la invención de nuevos sistemas de articulación del mismo gracias a las posibilidades que brindaba el dominio de nuevos métodos de construcción.

El Panteón de Roma constituye el ejemplo más emblemático de este tipo de edificios, hasta el punto de que su influencia ha llegado a determinar buena parte de la producción arquitectónica posterior del mundo bizantino, islámico o el Renacimiento italiano, convirtiéndose en punto de referencia estética y simbólica.
El Panteón estaba dedicado a todos los dioses, centralizando así la gran variedad de cultos existentes en todo el Imperio. Se construyó de nueva planta a instancias de Adriano, caracterizado por sus preferencias artísticas de inspiración helena, aunque aquí hubo de replegarse a patrones artísticos más específicamente romanos.
La mayoría de autores coinciden en reconocer al Panteón como el primer edificio de la arquitectura occidental donde aparece claramente expresado un nuevo concepto de construcción basado en la creación del espacio interior en el que se ha querido ver un precedente de gran parte de los edificios religiosos posteriores.

Su planta estaba constituida por un círculo de proporciones monumentales (43.20 mts de diámetro) cubierto por una gran cúpula en cuyo centro se abrió un óculo cenital de 9 mts de diámetro.
El acceso al edificio se realizaba mediante un pórtico rematado por un gran frontón triangular y elevado sobre una pequeña escalinata. Este pórtico se articuló de forma novedosa, pues sus tres hileras de columnas se dispusieron en profundidad formando tres naves, la central, más ancha desempeñaba el papel de pronaos, marcando el punto de partida de un eje longitudinal que terminaría en uno de los espacios semicirculares ubicado en el interior de la gran circunferencia que constituía la naos. Mientras las naves laterales fueron construidas convirtiendo su espacio final en dos exedras que albergaron estatuas de Agripa y Augusto.


Para la construcción de los muros de la gran circunferencia (6 mts de espesor) se alternaron grandes pilares con exedras semicirculares y rectangulares. Fue en estos pilares donde descansó la gran cúpula de modo que las columnas de los nichos rectangulares cumplían únicamente como función decorativa.

Respecto a la cubierta, debe ser destacada por constituir todo un logro técnico conseguido gracias al empleo de un material ligero –hormigón con cascote de piedra tufa- que permitió elevar su altura, decorando su interior con casetones.  De este modo la cúpula empleada hasta ahora en la arquitectura civil quedaba incorporada a un edificio religioso, produciendo una simbiosis entre los elementos estructurales arquitrabados típicos hasta el momento de las construcciones sacras, con la tradición constructiva de edificios profanos como termas, palacios,…
           
          Interior del Panteón

                                                  Interior y exterior del Panteón de Roma



El Panteón era un edificio de carácter típicamente romano, al que Adriano quiso oponer otra construcción religiosa de estética griega, el Templo de Venus y Roma, para la que se diseño un templo períptero de enormes proporciones y estructura rectangular, elevado sobre plataformas, que se componía de dos cellae unidas por su fondo y terminadas en semicírculo, como si fuesen dos templos vinculados por su cabecera, a los que se accedía por dos pórticos independientes.



                                                                                                         

3.2  Los santuarios provinciales del Imperio Romano Oriental.

A partir de las construcciones erigidas durante el mandato de Adriano, las novedades tipológicas de la arquitectura religiosa romana correspondieron sobre todo a las provincias orientales donde la tradición helenística se mantenía aún viva y continuaba evolucionando como consecuencia del desarrollo de formas propias y de la influencia de los romanos en la renovación de técnicas y materiales. La arquitectura romana oriental llegó a convertirse en foco difusor de formas arquitectónicas por otros ámbitos del Imperio. Por el contrario, tanto en Roma como en el ámbito occidental se continuó con los mismos patrones arquitectónicos repitiendo formulas cuyas únicas novedades consistieron en el empleo de cubiertas abovedadas o en la acentuación de los elementos decorativos.

El mantenimiento de las tradiciones arquitectónicas y la estética griegas, el gusto por la monumentalidad y las columnas superpuestas, el barroquismo de sus formas arquitectónicas… son características de la arquitectura romana oriental (Grecia y Asia Menor). Algunos de los ejemplos más importantes son los santuarios construidos en las ciudades sirias de Baaleck y Palmira (Líbano) fundadas por los emperadores romanos en medio del desierto para asegurar la dominación de las fronteras  orientales en los lugares donde habían existido santuarios semíticos.


Comentario del Santuario de Júpiter Heliopolitano en Baalbeck (según UD.) s. II d.C.         


Este santuario constituye uno de los más grandiosos conjuntos religiosos del Imperio Romano en donde se puede apreciar la combinación de los rasgos arquitectónicos helenísticos con algunos principios de la arquitectura oficial. Dicho santuario se componía de una sucesión de estructuras de diversas formas que tenía su inicio en una escalinata de acceso (1) que comunicaba con unos propileos flanqueados por torres (2) a partir de los cuales se entraba a un pórtico hexagonal rodeado de columnas. Desde aquí se accedía a un gran patio en cuyo fondo se ubicaba el templo (7) elevado sobre podio con escaleras de acceso pero rodeado de un peristilo de tradición griega. Se creaba así una sucesión de estructuras arquitectónicas en las que se observa claramente el gusto por la monumentalidad y la experimentación espacial que se muestran como algunas de las más destacadas características de este tipo de conjuntos arquitectónicos, así como la tendencia a la síntesis de elementos de diversas procedencias, especialmente la monumentalidad y gusto decorativo de la tradición oriental, con las aportaciones técnicas y urbanísticas de los romanos. 

ARQUITECTURA FUNERARIA

A pesar de que en algunos momentos de la historia de Roma se practicó en Roma la inhumación, siempre relacionado con un determinado grupo social, el rito funerario más utilizado entre los siglos II a.C. y II d.C. fue la incineración del cadáver, llegando a construirse un crematorio especial en el Campo de Marte consistente en un recinto a cielo abierto, en cuyos muros se representó en relieve la ceremonia de ascensión de los príncipes difuntos.  A partir del mandato de Adriano, se retomó el rito de la inhumación, realizando para la ocasión imponentes sarcófagos de mármol.

Con frecuencia los romanos ubicaban sus sepulcros en los caminos de salida de la ciudad, con la intención de ser recordados por quienes circulasen a través de ellos, aunque existieron importantes necrópolis siendo el tipo de sepultura más común la consistente en una pequeña fosa en donde se depositaba la urna funeraria, y sobre la que se construía una pequeña estructura de piedra o tejas a doble vertiente, situando ante ella una estela o altar.

Otro tipo de enterramientos fueron las tumbas monumentales cuya tipología quedó definida en los primeros tiempos del Imperio, bajo el mandato de Augusto, que se construyó una tumba-mausoleo en forma de túmulo torreado que fue acogida como modelo por el resto de emperadores romanos, experimentando escasas variaciones tan solo en el aspecto exterior.
La tipología fue inaugurada por el Mausoleo de Augusto, construcción funeraria destinada a sepulcro familiar de la dinastía Julio-Claudia, y que supone la síntesis entre la tumba en forma de túmulo de tradición etrusco-itálica y el influjo helénico de la tumba de Alejandro Magno (Alejandría), lo que nos indica la fusión de las tradiciones helenas y romanas.

El edificio, año 28 a.C., consistía en una base cilíndrica cubierta por una estructura cónica en forma de torre. En su interior y en torno a una viga central, se articulaban diversas salas concéntricas destinadas a los diferentes sepulcros familiares. Su entrada estuvo flanqueada por dos pilastras sobre las que se instalaron placas de bronce que contenían el grabado el testamento de Augusto. Frente al mausoleo se colocaron dos obeliscos egipcios, fundiendo así tradiciones estéticas y arquitectónicas diferentes, constituyendo así las bases de la arquitectura romana.

Este tipo de tumba adquirió un gran éxito entre los romanos, siendo empleado tanto por emperadores como por patricios y burgueses desde los primeros años del imperio, situándose estos mausoleos junto a la Vía Apia, que junto a la Vía Latina, la Tusculana o la Ardeatina, eran los sitios preferidos para su construcción. El modelo más antiguo de estructura torreada corresponde al sepulcro de Cecilia Metela, tenía cámara subterránea y estaba cubierto por un montículo de tierra al modo etrusco.

El modelo de sepulcro imperial iniciado por Augusto tuvo su continuidad en el Mausoleo de Adriano, actual castillo de Sant’Angelo, que seguía fielmente su tipología pero con mayor monumentalidad. Las diferencias, a pesar de ser escasas, se centran en que en este nuevo caso se construyó un alto basamento cuadrado sobre el que se edificó un gran cuerpo cilíndrico, construido en ladrillo, dividido por muros radiales abovedados y recubierto en el exterior por placas de mármol. Al igual que el Mausoleo de Augusto la estructura fue cubierta por un túmulo de tierra coronado por cipreses, al que en este caso se añadió un grupo escultórico con una cuadriga.

El éxito de esta tipología llegó a la arquitectura provincial romana, especialmente a la del ámbito occidental, donde también se empleó la estructura tumular torreada, como en la llamada “columna de Igel” en Francia, una tumba de mercaderes que adoptó la forma de torre cuadrada de varios pisos de relieves y un remate en forma de pirámide.

Al margen de esta tipología, surgieron modalidades muy distintas a pesar de no alcanzar un gran éxito ni continuidad arquitectónica. La primera es la pirámide de Cayo Cestio, homenajeando así el mundo egipcio; la segunda es la columna de Trajano, monumento eminentemente conmemorativo de su victoria en la Dacia en cuyo zócalo, que daba asiento a la columna, se ubicó la cámara sepulcral en la que se depositó la urna con las cenizas.




El último modelo de enterramiento fueron los hipogeos excavados en la roca al estilo oriental que se dio principalmente en Asia Menor, donde la fusión de las creencias romanas con los cultos locales fue muy frecuente. El mejor exponente conservado es la “Tumba de los faraones”, hipogeo rupestre del s. II d.C. edificado en Petra (Jordania), fusionando influjos orientales (monumentalidad, decorativismo) con las formas arquitectónicas romanas, que aparecen reproducidas en las fachadas que imitan templos romanos.







ARQUITECTURA PÚBLICA

1.  Introducción

Roma fue la creadora de nuevos modelos de edificios en todos los ámbitos, pero especialmente en éste de la arquitectura pública, originales tipologías que tenían que responder a las exigencias surgidas de las nuevas instituciones políticas y sociales y que, por tanto, fueron específicamente romanas. Estos edificios, una vez ensayados en la metrópoli o en las ciudades itálicas, se extendieron como prototipos universalizados de arquitectura civil a todos los lugares del imperio.

Es durante el período de la Roma republicana cuando se van gestando los nuevos tipos arquitectónicos. Sin embargo apenas quedan restos de estos edificios, ya que a lo largo del tiempo o desaparecieron definitivamente o fueron reedificados durante la época imperial.

Los edificios públicos, foros y basílicas, van a tener una estructura fijada en la época republicana, caracterizada en general por el uso de plantas rectangulares o cuadradas y cubiertas planas, rara vez abovedadas. En la época de Augusto se introduce una importante novedad en su construcción, la utilización del mármol, al tiempo que se fija la necesaria utilización de los órdenes clásicos como motivo ornamental de la arquitectura oficial, con la intención de dignificar los edificios. Con todos estos elementos, la arquitectura de la época de Augusto se convierte en la imagen institucional del régimen imperial.

Estos modelos oficiales cambian escasamente su estructura a lo largo del tiempo; contrastarán con otro tipo de edificios públicos desarrollados a partir del Imperio, los edificios de entretenimiento como teatros, anfiteatros y termas; sobre todo en estos últimos, la utilización de la cada vez más desarrollada técnica del hormigón, permitirá el juego de plantas centralizadas cada vez más complejas y de cubriciones abovedadas.

La técnica del hormigón resultaba excelente para las cada vez más sofisticadas cubriciones abovedadas y se extendía con rapidez y magníficos resultados a toda la arquitectura romana. Sin embargo, es difícil encontrar esta técnica en los edificios públicos institucionales hasta muy avanzada la época imperial, debido a que la imagen representativa de los mismos quedó fijada en la época de Augusto y se mantuvo a lo largo del tiempo.

2.  Arquitectura pública institucional

2.1  El Foro

El Foro era el centro comercial, político y religioso de la ciudad, donde también se podían celebrar todo tipo de espectáculos como juegos públicos, representaciones teatrales, combates, competiciones, etc. Tiene su precedente y modelo en el ágora helenística, aunque en su estructura arquitectónica, un espacio rectangular rodeado de pórticos, aportó importantes novedades: se conformó como una plaza absolutamente cerrada en la que todos los elementos se organizaron de forma axial. Los foros se planificaban y realizaban de una vez, creando espacios públicos abiertos pero perfectamente limitados y definidos por la propia estructura arquitectónica.

El Foro planificado reunió en él los edificios más importantes de la ciudad, la basílica, el tribunal de justicia y lugar de asambleas, y el templo; estos tres elementos foro, basílica, y templo formaron un complejo articulado en el cual el templo se situaba en uno de los extremos más estrechos del alargado Foro, y la basílica se colocaba transversalmente, cerrando el espacio en su otro extremo. En las colonias y nuevas ciudades fundadas por Roma en su expansión, la regularidad del Foro se consiguió al dilatar el espacio que quedaba en el cruce del cardo y el decumanus, vías principales de estos asentamientos de planta regular.

2.2  Foros de la época republicana

i)  El Foro de Roma

El primer Foro conocido de la ciudad es el denominado Forum Boarium; se encontraba en el valle que formaban el Capitolio, el Palatino y las laderas del Esquilino, un lugar pantanoso que fue desecado durante la dinastía de los Tarquinios, últimos reyes de Roma, con la construcción de la Cloaca Máxima. Este espacio se convirtió en lugar de reunión y mercado de las poblaciones de las colinas cercanas, pasando a ser el centro de la actividad ciudadana, abierto a múltiples usos en torno al cual se agrupaban algunos de los más venerables monumentos de Roma: la Regia, residencia del Pontifex Maximus o el pequeño templo de Vesta.

Sobre este terreno se edificó el gran Foro Romano o Republicano, en un principio destinado a albergar el comercio, aunque en él se fueron agrupando los nuevos edificios destinados a los asuntos civiles que demandaba la República, y por tanto, se fue especializando. El Foro dejó de ser un espacio de múltiples usos y fue adquiriendo tres caracteres fundamentales: el político, el jurídico-administrativo y el religioso.

- El carácter político estaba representado en el Foro Republicano por edificios como la Curia, el Comitium y por los Rostrum:
- La Curia era el lugar de reunión del Senado.
- El Comicio era un lugar sagrado, como un templo, donde tenían lugar las reuniones para la elección de los magistrados de la plebe y para la celebración de mítines que se opusieran al poder ejercido por el Senado.
- Los Rostrum (rostros) fue la tribuna desde la que hablaban los oradores políticos, generalmente los magistrados. Se llamó así porque estaba adornada en el frente por seis espolones de bronce, denominados rostrum, traídos por los romanos de los navíos derrotados en la batalla de Antium.
- El carácter jurídico-administrativo del Foro estaba representado por las numerosas basílicas, tribunal de justicia y lugar de transacciones comerciales, que se edificaron en él: la basílica Porcia, la Emilia, la Sempronia y la Opina.
- El carácter religioso se manifestaba por los templos existentes dedicados a Saturno, a Castor y Pólux y el templo de la Concordia.

Este Foro republicano no tuvo un pórtico cerrado, ni fue resultado de una planificación unitaria, sino que fue un espacio que se fue conformando lentamente con la adición de nuevos edificios y con la reestructuración de los antiguos.
Por lo tanto, fue un Foro que no reunió en su estructura las características que luego tendrán todos los Foros Imperiales: regularidad, disposición axial de los elementos y espacio cerrado perfectamente acotado. Tampoco fue un espacio cerrado pues lo atravesaba la vía Sacra, principal calle de la ciudad, que permitía el tráfico rodado por casi todo el conjunto
Planta del Foro Romano o Republicano (1-Curia, 2-Basílica Emilia, 3-Basílica Julia, 16-Rostrum)


El mayor intento de regularizar y ordenar este Foro procede de la época de César, que realizó un importante plan de remodelación del viejo Foro republicano encaminado a ordenarle de forma regular, sobre todo su extremo oriental, donde veinticinco años antes Sila había mandado levantar el Tabularium, también en un intento de regularización. A su plan se debe la pavimentación de la vía Sacra, la reedificación de la vieja basílica republicana de Sempronia (desde entonces conocida como basílica Julia), la restauración total de la basílica Emilia, el traslado de los rostrum para que quedaran en una posición axial en medio del extremo occidental del Foro, así como la reedificación y traslado de lugar de la Curia, ahora colocada junto a la basílica Emilia. Alineado con esta basílica construyó su nuevo Foro, con lo que se inicia la importante serie de Foros Imperiales.

Sin embargo, parece ser que es en las pequeñas ciudades dependientes de Roma en el norte de Italia donde surge el Foro regular, porticado y cerrado, diseño que se debe al hecho evidente de que fueron centros planificados con un orden preestablecido. Uno de los instrumentos de romanización fue el establecimiento de la vida urbana en zonas antes poco habitadas, fundando colonias militares y la transformación de otros centros a las formas ciudadanas romanas. Fue en esta ordenación cuando se realizaron agrupaciones fijas de edificios formando complejos urbanísticos que estructuraran la ciudad; éste fue el caso del complejo Foro-Basílica-Templo, que además adquirió una estructura y una disposición fija de los elementos. Así, de época republicana tenemos importantes ejemplos de ello en las nuevas ciudades de colonización como Ostia, Alba Fucens y Cosa.

Un ejemplo interesante es el de la colonia militar Augusta Raurica, planificada sobre un lugar vacío. En ella el espacio del Foro dispone  de una estructura columnada con tiendas abiertas a la vez al interior y al exterior; en un extremo, presidiendo el espacio, se alza un impresionante templo de tipo itálico, mientras que en el otro extremo se sitúa la basílica.

ii)  El Foro de Pompeya

El más completo y el más antiguo de los Foros republicanos de los que se conservan restos es el de Pompeya. Era de planta rectangular alargada, con un pórtico de doble columnata en dos pisos, de orden dórico en el piso inferior y jónico en el superior.

Delante del pórtico se situaban cincuenta estatuas de personajes importantes, algunas ecuestres, y detrás de él se levantaban los diferentes edificios, dando sus fachadas principales al pórtico.
Planta del Foro de Pompeya:
1. Capitolio
2. Mercado
3. Larario
4. Templo de Vespasiana
5. Edificio de la Eumaquia
6. Comicio
7. Oficinas Públicas
8 Basílica
 9. Templo de Apolo.
El Foro estaba presidido por un imponente templo dedicado a Júpiter, situado en el lado norte, donde se encontraba la entrada más importante; la basílica y el templo de Apolo, colocado longitudinalmente se abrían al lado oeste, y en el lado oriental se situaban el macellum, la eumaquia, y el comicio.

El Foro era un espacio cerrado al tráfico rodado y en su última época estaba libre del bullicio comercial salvo el día de mercado, ya que las pequeñas tiendas y las tabernae se habían desplazado a las calles más importantes donde ocupaban los locales bajos de las casas. De entre los edificios circundantes sólo el macellum o mercado de alimentos tenía un carácter abiertamente comercial. 

En el Foro de Pompeya ya encontramos las más importantes características del Foro romano:
- la regularidad en el diseño arquitectónico (aunque los edificios del Foro fueron levantándose en su espacio en diferentes épocas, se hizo buscando que tuvieran una unidad que los mostrara como resultado de un plan de conjunto y de un diseño unitario).
- recinto cerrado y sin tráfico, en este caso incluso se realiza una puerta monumental de entrada para diferenciar el ámbito cerrado del Foro del ámbito de la ciudad
- fija el modelo de planta de lo que luego serán los Foros Imperiales, un espacio alargado, porticado y presidido en uno de sus extremos menores por el templo.
- siendo originalmente un lugar de mercado, lentamente va disminuyendo la actividad comercial, para convertirse en un área de marcado carácter político y religioso.

2.3  Foros imperiales

i)  Foro de César

Cesar realizó grandes obras de remodelación en el antiguo Foro Republicano y construyó junto a él un nuevo Foro, iniciando la serie de los Foros Imperiales. El Foro de César tenía ya todas las características propias del Foro romano: fue planificado de una vez con un plan de conjunto, se componía de un espacio de planta rectangular alargada y estaba totalmente porticado y cerrado, con una disposición axial y una unidad de perspectivas propias de la arquitectura romana.

En un extremo y presidiendo el espacio, se situó el templo en honor de la considerada divina antepasada de la familia Julia, Venus Genetríx; este templo pretendía conmemorar la victoria de Pompeyo en Farsalia, con lo que se inaugura la costumbre de que los Foros tengan un sentido militar conmemorativo. En un lateral se encontraba la basílica. A la muerte de César, aunque el Foro había sido inaugurado en el año 45 a.C., los edificios se encontraban sin terminar, pero con un nivel de ejecución lo suficientemente avanzado como para que Augusto no tuviera más que terminarlos; sólo añadió la construcción del templo de Divus Julius.
La construcción del Foro de César estableció una costumbre continuada por diferentes emperadores romanos: construir un nuevo Foro, cercano al complejo del Foro republicano y, desde luego, inmediato al de sus predecesores. Su edificación trataba de solventar las nuevas necesidades nacidas del desarrollo de la ciudad de Roma y del aumento de su población y por supuesto, de su actividad económica, contenidos para los cuales el Foro Republicano resultaba insuficiente. Funcionalmente, los espacios articulados de los Foros con sus edificios absorbían de forma organizada y monumental las diferentes y cada vez más demandadas actividades de una populosa ciudad como Roma, permitiendo un centro urbano ordenado, amplio y complejo, al que se fueron sumando servicios de biblioteca, archivo, letrinas públicas, escuelas, etc.

Reconstrucción del Foro de César y parte del Foro de Trajano

Con César el Foro se convertía en una de las grandes obras públicas de propaganda ensalzadora del emperador, del Imperio y del poder de Roma. Con él se trataba de conmemorar una victoria militar, en el de César se conmemoraba la victoria de Pompeyo en Farsalia; además su templo estaba dedicado a la divinidad que podía satisfacer las necesidades del régimen en cada momento.

Además el Foro adquiere cada vez con mayor intensidad un carácter político-sacro, superando el comercial propio de sus orígenes, carácter que se remarcará con más fuerza en los siguientes Foros Imperiales.

El ámbito ocupado por los Foros Imperiales se encontraba en el centro de Roma, en las áreas más pobladas desde antiguo. La consecución del espacio necesario para la construcción de cada nuevo Foro se realizó a expensas del vecindario. Desde el Foro de César, pero sobre todo para el Foro de Trajano, miles de personas fueron desalojadas de sus casas y desplazadas a otros lugares. Los Foros eran la muestra del poder de los gobernantes y del poder Roma, por encima de cualquier necesidad individual; los emperadores tenían libertad absoluta para actuar urbanística o arquitectónicamente sobre Roma en favor del bien común y de la monumentalización de la ciudad.

Pero aunque se construyeron uno contiguo del otro, nunca fueron producto de un plan general sino que cada Foro tenía su propio proyecto sin que tuviera, en realidad, nada que ver uno con otro: cada Foro era un complejo cerrado en sí mismo con funcionamiento propio, ni siquiera existían vías de acceso que permitieran la cómoda circulación entre uno y otro.
En realidad, cada uno de ellos competía con el anterior, ya que eran un instrumento de propaganda de un determinado reinado: cada uno estaba pensado para ser mayor y más ostentoso que el anterior (si el Foro de César tenía en total unos 10.000 m2, el Foro de Trajano era cuatro veces mayor). Igualmente competían en la victoria militar que conmemoraban y en la deidad a la que estaban consagrados sus templos.
Planta de los Foros Imperiales.

ii)  Foro de Augusto

El Foro de Augusto, contiguo al de César, se comienza en el año 42 a.C. Presenta una planta rectangular alargada con pórtico perimetral; en los laterales, fuera de los pórticos y haciendo eje con el templo que presidía el Foro dedicado al dios Mars Ultor, se abrían unos patios semicirculares, a modo de grandes nichos. Esto creó un eje transversal, en línea con la fachada del templo, que matizaba el esquema básico longitudinal y que daba mayor movimiento a la planta del Foro.

El Foro de Augusto no sólo introdujo esta novedad en la planta sino también en la construcción, ya que todo él fue levantado en mármol. La época de Augusto se caracteriza por este cambio en la utilización de los materiales constructivos: la puesta en explotación de las canteras de Carrara permitió que un material como el mármol llegara a Roma en abundancia, por lo que fue utilizado en todos los edificios de carácter público, convirtiéndose en el elemento constructivo básico de la arquitectura institucional.

El Foro de Augusto estuvo presidido por el templo de Mars Ultor, dios de la guerra, que conmemoraba la victoria sobre los asesinos de César. La construcción del Foro fue financiada con el producto de las confiscaciones decretadas a los conjurados y asesinos de César; con ello y la conmemoración del templo a Mars Ultor, Augusto legitimaba su sucesión ya que era hijo adoptivo de César.

iii)  Foro de Vespasiana o de la Paz

El Foro de Vespasiano, primer emperador de la dinastía Flavia, fue construido para conmemorar la victoria que terminó con la guerra civil y que le llevó al poder, presenta una planta distinta de los Foros anteriores; no es rectangular alargada sino cuadrangular e irregular en sus lados. En uno de ellos se encuentra el templo, absolutamente incluido en la arquitectura del pórtico pero perfectamente resaltado; el templo está dedicado a la paz, por lo que también el Foro se conoce como el Foro de la Paz.
Se encuentra a continuación del Foro de Augusto, dejando un estrecho espacio que fue ocupado posteriormente por el Foro de Nerva. En el templo se exhibían los tesoros traídos de Jerusalén. Junto al templo se encontraba la biblioteca de la Paz.

iv)  Foro de Nerva o Transitorio

El Foro de Nerva se empezó a construir sobre los cimientos de un Foro iniciado por Domiciano pero que no se llevó a cabo, y ocupó el espacio dejado entre el Foro de Augusto y el de Vespasiano, espacios ciudadanos a los que ponía en conexión; a su vez este nuevo Foro comunicaba el republicano con el barrio de la Subura, por lo que recibió también el nombre de Foro Transitorio.

Nuevamente este Foro recupera la tradición de la planta rectangular alargada con el templo ubicado en uno de sus lados estrechos, exento y perfectamente resaltado del pórtico, con escalinata de acceso; estaba dedicado a la diosa Minerva, rompiendo con la tradición de que el Foro conmemorara una victoria militar.

v)  Foro de Trajano

Es el único Foro del que conocemos su creador, Apolodoro de Damasco, arquitecto de todas las obras imperiales de Trajano. El Foro fue erigido en el año 113 para conmemorar la Pax Romana, impuesta por el emperador a sus antiguos enemigos y por tanto para celebrar sus victorias. Fue cuatro veces más grande que el Foro de César. Su construcción fue una importante obra de ingeniería, pues se enclavó en una pequeña colina que unía el Capitolio y el Quirinal.

Su estructura mantiene en parte la tradición de los Foros Imperiales aunque es mucho más compleja y sofisticada. El Foro estaba dividido en dos partes:

- una primera formada por un patio rectangular no alargado y totalmente porticado al que se entraba por un arco triunfal; en el centro de esta plaza se alzaba la estatua ecuestre del emperador. Estaba pavimentada por losas de mármol blanco y los porches con losas de mármoles de colores y se remataban con ático y estatuas. Como en el Foro de Augusto, en los laterales se abrían unos patios semicirculares, a modo de gran exedra, creando un eje transversal paralelo al de la basílica Ulpia, que rompía el longitudinal del Foro. En el lado enfrentado a la entrada, en vez del templo axial, se alzaba la gran basílica Ulpia, colocada longitudinalmente con respecto al eje de la misma; en los lados estrechos de la basílica se abrían dos ábsides semicirculares, solución que fue muy imitada en las basílicas posteriores.

- tras la basílica, se situaba la segunda parte del Foro: a ambos lados se levantaban dos edificios destinados a bibliotecas, una griega y otra latina; en el centro y siguiendo el eje del Foro se situaba la columna de Trajano. Tras los edificios de las bibliotecas se abría un pequeño espacio en el cual se ubicó una grandiosa columnata.

En el Foro de Trajano se puede advertir una importante evolución con respecto a los anteriores Foros Imperiales, un predominio del carácter civil y militar frente al carácter religioso que se ve postergado a un último plano.

vi)  Foro de Septimio Severo

Tras el Foro de Trajano no volvió a levantarse ningún otro en Roma. De la época de los Severos tenemos el magnífico ejemplo de la ciudad africana de Leptis Magna, en la Tripolitania. Este Foro fue levantado por Lucio Septimio Severo en su ciudad natal, al que denominó Forum Novum Severianum, ya que existía uno anterior.

En este Foro vuelven a encontrarse unidos los elementos fundamentales de los Foros Imperiales: basílica, templo y pórticos y como acceso principal un arco triunfal monumental. Es de planta rectangular alargada y presenta, en uno de sus extremos menores y en su sentido axial el templo, y en el otro, con una posición longitudinal, la basílica, que sigue el modelo de la basílica Ulpia, que igualmente se remata en sus lados menores con dos ábsides. Nuevamente Foro, basílica y templo forman una única unidad.
Foro de Leptis Magna.


2.4  La Basílica

El origen de este edificio, tan característicamente romano, es incierto. Realmente la basílica surge en el Foro romano, donde puede tener un origen espontáneo a partir de la stoa griega o tener algún precedente anterior no conservado. Se ha interpretado que es el resultado de disponer dos stoas enfrentadas y elevar la crujía central, y también se ha tratado de derivarla de los edificios castrenses. Lo cierto es que la basílica romana estuvo situada en el Foro y surgió junto a él, donde servía como tribunal de justicia y lugar de transacciones comerciales, precedente de lo que luego serán las lonjas y las bolsas.

Parece ser que el origen de la unión foro-basílica se produjo en la región de Campania, donde el primer ejemplo superviviente es la basílica de Pompeya, que se abre en el lateral que se une al Foro mediante un pórtico de tal forma que parece una simple ampliación cubierta del mismo. La basílica asimilada al Foro y junto al templo como su edificio principal, se extendió rápidamente por toda la Italia central y septentrional, conformándose como una de las tipologías arquitectónicas más comunes en la Roma imperial. A su vez, la basílica paleocristiana tiene su origen en la cesión que hizo Constantino de varias de estas construcciones para la celebración del culto eucarístico, tras su conversión al cristianismo.

Estos edificios, de planta rectangular alargada y divida en naves (de 3 a 5) mediante series de columnas, se cubrían con artesonados planos de madera; estaban iluminados por series de huecos ubicados en el resalto en alzado de separación entre la nave central, más alta, y las laterales.

En su interior diferenciaban el espacio donde se administraba justicia del espacio destinado a las transacciones comerciales:
- El primero estaba marcado por la posición del estrado donde se situaba el tribunal, normalmente en uno de los extremos; con el tiempo se abrieron ábsides semicirculares, lugar donde se situaron los estrados (solución funcional que será el origen del ábside paleocristiano).
- Las naves laterales (dos y excepcionalmente cuatro) servían para los tratos comerciales y financieros, aunque podían ser un simple lugar de paso; con frecuencia tenía una galería superior denominada pluteum.

Normalmente las basílicas estaban provistas de salas secundarias que podían emplearse como archivos, oficinas e incluso capillas de culto imperial. La entrada al edificio se realizaba siempre por el lateral que se unía al Foro.

El techo de la basílica era adintelado plano; sobre él se construía una cubierta a dos aguas, sistema ligero que pudiera soportar la serie de columnas del interior no previstas para cargas importantes. En la basílica de Majencio, las enormes posibilidades de cubrición que trajo consigo el empleo cada vez más generalizado del hormigón o argamasa romana, permitió una cubierta abovedada; las columnas se adosaron a pilastras, reforzadas por muros trasversales, sustentando bóvedas de arista, creando un gran espacio monumental.

El tamaño de estos edificios arquitrabados fue posible gracias al gran desarrollo del entramado de madera, mecanismo que servía para cubrir amplios espacios mediante la disposición de vigas de madera rectas en tensión, flexión o en cerchas planas y en estructuras espaciales de soporte.

i)  Basílica de Pompeya

La basílica de Pompeya es la primera conservada que conocemos; se levantó a finales del siglo II o comienzos del I a.C. y en ella ya podemos observar la unión Foro-basílica. Se sitúa en el lado sur del Foro y se coloca transversalmente al eje del mismo.

Presenta, como será habitual, una planta rectangular, con dos series de columnas en su interior que dividen el espacio en tres naves, mayor la central que las laterales. La serie de columnas discurre por sus cuatro lados dejando también unas pequeñas naves en los lados menores. La basílica de Pompeya presenta la particularidad de no tener cubierta la nave central que es, en realidad, un patio rectangular abierto. Las naves laterales son arquitrabadas, disponiendo ambas de un segundo piso. En el interior, en la cabecera de la nave central y en el espacio cubierto, se alzaba sobre un podio el lugar para el tribunal.

ii)  Basílicas de César en Roma

César mandó reconstruir las dos únicas basílicas republicanas que se mantenían en pie, la basílica Emilia que destaca por su grandiosidad y lujo por su gran influencia oriental, y la basílica Sempronia, que pasó a llamarse Julia.

La basílica Emilia tiene planta rectangular alargada, de tres naves, la central más alta que las laterales; está rodeada por un doble peristilo, en dos pisos, recorriendo el superior la nave central que sobresale por encima de él; en la sobreelevación se abren ventanas de iluminación. El juego de los arcos del peristilo recuerda la disposición de la fachada del Tabulario.

La basílica Julia. La planta y las fachadas exteriores seguían las líneas usuales, pero las galerías interiores, en vez de apoyar en columnas y cubrirse con vigas de madera, consistían simplemente en un triple anillo de pilares cruciformes, exteriormente de mármol y travertino en el interior, que soportaban bóvedas de argamasa (como en el Tabulario), dejando sólo la sala central para cubrirla de forma tradicional, adintelada. La solución abovedada en la cubrición de una basílica sólo se vuelve a repetir al final del Imperio en la de Majencio.

iii)  Basílicas de la época Imperial

Además de las basílicas anejas a los Foros en la época imperial se van a erigir otra serie de basílicas singulares asociadas a otros edificios. Estructuralmente sigue las características propias de las basílicas enclavadas en los Foros.

De la época de Claudio es la denominada basílica subterránea de Porta Maggiore. Se trata de un singular espacio excavado en la roca, de tres naves cubiertas con bóvedas de medio cañón, la central de las cuales se remata con un ábside semicircular. Tres gruesos pilares cuadrangulares, ligeramente simétricos, separan las naves formando arcos. Los deambulatorios laterales se cierran con sendos muros lisos. Su utilización fue fundamentalmente religiosa en contraste con los normales usos de mercado y de tribunal de justicia del conjunto de estos edificios.

Otra basílica singular es la que se construyó dentro del complejo del palacio de Domiciano.  El palacio de Domiciano o Domus Flavia, es el primero construido y fija con carácter casi definitivo la tipología de palacio imperial; dentro de él se construyó una basílica como las instaladas en el Foro. La basílica de Domiciano se encontraba en la zona de las dependencias oficiales al lado del Aula Regia, lugar de las recepciones. En la basílica se celebraban las causas judiciales presididas por el emperador.
Presenta una planta rectangular alargada, dividida por series de columnas en tres naves, la central más alta que las laterales; en el extremo menor y enfrentado a la puerta se abre un ábside semicircular donde se sitúa el estrado y se colocaba el emperador, remarcando la importancia de este espacio sobre los demás.

La nave central estaba cubierta con una bóveda de cañón de hormigón, elemento que subrayaba el eje visual. Esta disposición es la que adoptarán todas las basílicas palatinas y posteriormente, las paleocristianas.

iv)  Basílica de Trajano

Trajano mandó construir el último Foro Imperial en Roma y con ello la última basílica, la denominada basílica Ulpia. El arquitecto quiso remarcar el carácter civil y conmemorativo del Foro, desplazando el templo de su posición dominante y axial a la entrada y colocando en su lugar la basílica, que se extendía transversalmente al eje del patio porticado que la precedía sirviendo así de fachada de cerramiento del mismo.

La basílica Ulpia no difería estructuralmente de los modelos de esta tipología arquitectónica. Es un grandioso edificio con planta rectangular, dividido en cinco naves por dos series de columnas, y con dos ábsides semicirculares rematando los lados menores del rectángulo, con cubierta arquitrabada en todas las naves. 

En una época en que el dominio sobre el nuevo material del hormigón estaba permitiendo la construcción de edificios novedosos, con plantas centralizadas complejas y cubiertas abovedadas, la basílica Ulpia se presenta como un edificio claramente conservador, mantenedor de unas formas tipológicas fijadas en la época de César y confirmadas en la de Augusto, el mejor ejemplo de la supervivencia de un arte institucional sin apenas cambios a lo largo de todo el imperio.

La basílica Ulpia fue muy admirada y se imitó insistentemente en las provincias. El mejor ejemplo de esta reproducción del modelo es la basílica de Severo levantada en la colonia romana Leptis Magna. En ella se vuelve a establecer la unión Foro-templo-basílica, con una disposición del templo presidiendo el conjunto y la basílica en uno de sus lados, la disposición típicamente romana, sólo alterada en el Foro de Trajano. Imita el modelo de la Ulpia, con ábsides semicirculares en los lados menores. El lado opuesto al Foro iba precedido de un vestíbulo columnado abierto.

v)  Basílica de Majencio

La basílica de Majencio rompió definitivamente con el modelo de basílica que se venía arrastrando desde la época de César y que la Basílica Ulpia había confirmado siglos después. Inició su construcción Majencio pero la terminó Constantino; se denominó Basílica Nova. Construida poco después de la Termas de Diocleciano, presenta como ellas unas enormes proporciones, propias de un arte oficial coherente que pretende mostrar su poder.

Las novedades que presenta esta basílica son muchas:
- es de planta casi cuadrada que aunque mantiene la idea de eje lineal propio de las basílicas anteriores, tiende a un modelo centralizado más propio de la arquitectura romana del momento. Dividida en tres naves, la central más ancha que las laterales, con dos pórticos exteriores y dos ábsides semicirculares. La novedad es que tanto en la posición de los pórticos como en la de los ábsides se rompe con la idea de simetría.
- en cuanto al material de construcción, fue levantada por entero con hormigón (como las termas), revestido de ladrillo y chapado con mármol, forma de construcción que fue aplicada por primera vez aquí a una basílica.
- la utilización del hormigón permitió una cubrición diferente al tradicional artesonado de madera adintelado: en vez de columnas aisladas en la división de naves y como medio sustentante de la cubierta, se utilizaron como complemento pilastras estriadas reforzadas lateralmente con contrafuertes, lo que permitió poner bóvedas de arista.
- para neutralizar los empujes de estas bóvedas se construyeron los contrafuertes que se hallaban perforados por arcos, dando lugar a dos naves menores. Estas naves laterales estaban cubiertas con bóvedas de cañón de ejes normales al de la nave central. Los contrafuertes sobresalían por encima de estas naves, y para aligerarlos se perforaron por un arco de servicio, actuando como los arbotantes de la arquitectura gótica.
- las paredes, descargadas del peso de la cubierta, permitieron que se abrieran amplios ventanales iluminando su interior.
Todas estas novedades rompen definitivamente con la concepción del espacio tradicional de la basílica, arquitrabada y lineal, con una iluminación indirecta. Ahora hay una tendencia a centralizar el espacio, hacerlo grandioso, no sólo por sus dimensiones, sino también por los nuevos juegos de las estructuras abovedadas y por la iluminación directa.

Perspectiva de la Basílica de Majencio


2.5  Otros edificios asociados a los Foros

Asociados a los Foros, además de las basílicas, existieron otra serie de edificios públicos destinados a diferentes fines; cada uno de los cuales conforma una tipología arquitectónica específica (aunque sólo se conservan ejemplos aislados y dispersos que no permiten estudiarlos ni como tipología homogénea ni en su evolución).

El Comicio era un lugar tenido por sagrado, como un templo, en la Roma primitiva, donde tenían lugar las reuniones para la elección de los magistrados de la plebe y para la celebración de asambleas, reunidas con objeto de aprobar o rechazar las propuestas del magistrado. Estas asambleas, junto con el Senado y los propios magistrados, eran los elementos fundamentales del poder gubernamental romano. Los comicios estaban situados junto al Foro. Estos edificios existieron durante la época republicana.
El Foro de Cosa, donde el Comicio está mejor conservado, presenta planta circular, al igual que el Foro de Paestum, lo que hace pensar que tal vez ésta fue su forma más habitual.

La Curia en Roma era el edificio donde se reunía el Senado, aunque existen edificios en otras ciudades donde se reunían las denominadas curia municipalis. El edificio que ha llegado a nosotros (Curia Julia en el Foro romano) es el resultado de arreglos radicales realizados en tiempos de Domiciano y sobre todo de Diocleciano, es de planta rectangular de un solo espacio, al interior formaba una gran sala de altísimo techo, cubierta presumiblemente con artesonado de madera. A ambos lados de la sala se situaban tres gradas destinadas a los asientos de los senadores. Al exterior, la fachada se construyó en ladrillo, aunque se revistió en la parte inferior de mármol y en la superior de estuco imitando sillar; estaba coronada por un frontón decorado con tres acróteras.

Las Bibliotecas.  No existe una tipología arquitectónica especial, fundamentalmente porque en la mayor parte de los casos las bibliotecas formaron parte de conjuntos arquitectónicos más amplios, como las termas, los templos, los Foros, etc.

Sin embargo, sí sabemos que las bibliotecas seguían una determinada organización funcional y espacial: se trataba de dos recintos de planta rectangular unidos, división que servía para establecer la separación en dos áreas, entre libros griegos y latinos. Ambos espacios formaban una sala grande en cuyas paredes se abrían nichos rectangulares con estantes para depositar libros, pergaminos y papiros. Alrededor de estas dos salas principales se disponían cuartos de menor tamaño donde se encontraban los escritorios de la biblioteca. La biblioteca de Pérgamo pudo ser un precedente tipológico y funcional de las romanas.

La primera biblioteca conocida en Roma fue la mandada formar por César. A estas primeras bibliotecas le siguieron otras muchas; se calcula que Roma tenía al final del Imperio unas cuarenta bibliotecas públicas.

Famosas fueron las emplazadas en el Foro de Trajano, tras la basílica Ulpia. Allí se construyeron dos edificios destinados a biblioteca, rompiendo con la costumbre de la separación en dos salas; cada edificio estuvo destinado a un tipo de libros, uno a los griegos y otro a los latinos, disposición que no volverá a repetirse. En la construcción de estos edificios se utilizó el ladrillo revestido de mármol; solución constructiva elegida debido a la mayor capacidad del ladrillo de absorber la humedad, nociva para los libros, lo que demuestra un conocimiento y una experiencia acreditadas en la promoción de este tipo de edificios.

Igualmente de la época de Trajano es la biblioteca de Celso en Éfeso. En ella se mantiene la disposición en dos salas con un pórtico anterior. La novedad es que desarrolla una fachada monumental, estructurada en dos pisos con columnata exenta en ambos, columnas que sostienen entablamentos y frontones que juegan caprichosamente. Este juego tan típicamente teatral determinó la construcción de una grada en su parte inferior y se utilizó como auditorio.

De la época de Adriano es la enorme Biblioteca de Atenas, constituida por un espacioso patio abierto, porticado y presidido por una fuente; a ambos lados del patio se abría un aula rectangular flanqueada por dos exedras, y a él se accedía a través de un pórtico. La fachada estaba decorada con una sucesión rítmica de columnas exentas y entablamentos acodados en un solo piso.

Los Archivos. Conocemos un único edificio destinado específicamente a archivo en Roma, el Tabulario. Es un edificio excepcional por el destino para el que se construyó y por las enormes repercusiones que tuvo su arquitectura. Tenía que salvar la depresión que existía entre la colina del Capitolio y el espacio del Foro, para lo que se diseñó un edificio de tres plantas: un enorme basamento macizo, que arrancaba del nivel del foro y servía para salvar la depresión con el Capitolio, servía de base a las dos plantas-galería superiores. La entrada y fachada principal se abrían al Capitolio.

El diseño dado a las fachadas de las dos galerías fue trascendente para el futuro arquitectónico de Roma: se estructura cada una de ellas con una secuencia rítmica de arcos y galería abierta con sus correspondientes columnas adosadas al muro (con una función decorativa). En la galería inferior se utiliza el orden dórico-toscano y en la superior el jónico. En esta sucesión de órdenes, el Tabulario también establece una norma, ya que se entendía que el primero era más recio y varonil, por lo que debía ocupar el piso inferior y el segundo, más ligero y femenino, el superior.

Esta combinación en la fachada de una secuencia rítmica de arcadas con una estructura adintelada en la que se mantiene el juego de los órdenes clásicos se utilizó ampliamente en la arquitectura romana, siendo uno de sus mejores ejemplos el Coliseo. Igualmente fue recogida por el Renacimiento que la difundió a toda Europa.


3.  Arquitectura pública comercial

3.1  Mercado

Aunque la actividad comercial tuvo en las antiguas ciudades romanas muchos espacios donde realizarse, existió una tipología especial de mercado, el macellum, un espacio público construido destinado a la venta de alimentos.

La estructura del macellum era simple: un patio amplio y rectangular delimitado por pequeñas tiendas, algunas abiertas en sus dos lados, muchas veces porticado. Presentaba una fachada más desarrollada que las demás y en ella se podían situar edificios singulares, como en el caso del macellum de Pompeya donde encontramos una pequeña capilla destinada al culto imperial.
En el centro del patio, normalmente, existía un pabellón de planta circular columnado y con una fuente, lugar destinado a limpiar el pescado antes de colocarlo en sus puestos de venta. En el mercado de Pompeya este pabellón estaba construido en madera, aunque en algunos lugares se construyeron en piedra y con una intención más monumental, caso de los dos pabellones conservados en el macellum de la ciudad africana de Leptis Magna.
Junto al espacio rectangular existió otra tipología igualmente frecuente, aunque más propia de la Italia central, el patio enteramente circular rodeado de tiendas que se abrían exclusivamente a él.
Entre los macellum conservados se encuentra el que mandó edificar Augusto en Atenas, el denominado Mercado Romano, para distinguirlo del griego próximo. Se trata de un espacio de planta rectangular porticado al que se abrían las tiendas; a él se accede por dos puertas monumentales, de las que una, que muestra un orden dórico muy puro, se conserva en perfecto estado.

Macellum de Leptis Magna.


i)  Los Mercados de Trajano

Sin duda los mercados más conocidos y los que constituyeron una estructura arquitectónica más singular, fueron los Mercados de Trajano, realizados por Apolodoro de Damasco por orden del emperador. Se emplazaron en el lado noroeste del Foro de Trajano y la construcción se dispone en terrazas escalonadas sobre la ladera, con dos plataformas principales separadas por la vía denominada Biberática. En su conjunto, los mercados consisten en una serie de tiendas, almacenes y oficinas, y un gran edificio denominado basílica o Aula Trajana.

En la fachada que se abre al Foro se proyectó una gran exedra semicircular siguiendo la forma de la calle que rodeaba los patios extremos del Foro. En ella se alzaron tres pisos de tiendas que mostraban una fachada cóncava; sus extremos estaban flanqueados por sendas escuelas o auditorios, salas semicirculares cubiertas de tres pisos con ventanas a la calle. Las tiendas o tabernae abovedadas comunes de la exedra, en la planta baja se abrían directamente a la calle del Foro, las del segundo piso se abrían a una galería de arcos de medio punto a la que se accedía desde el primer piso por  una escalera interior, y las tiendas del tercer piso hacían fachada a la vía Biberática, que corría por la parte trasera de esta edificación, situándose a media altura de la ladera y a nivel del último piso.
Perspectiva de los Mercados de Trajano


En uno de los extremos de la vía Biberática se alzaba el Aula Trajana, que se componía de un espacio abovedado longitudinal, calle cubierta con tabernae a ambos lados, dispuesta en dos pisos, estando la superior tras una galería abierta dividida en crujías por arcos transversales. Toda la construcción se hizo de ladrillo; en el interior de los muros iban insertos arcos de descarga destinados a aligerar los vanos y distribuir las cargas. Las cubriciones abovedadas se hicieron de hormigón.

Desde el punto de vista constructivo, los mercados son estrictamente contemporáneos de las termas o del palacio de Domiciano; como en estos edificios, se utiliza el hormigón para realizar abovedamientos complejos que permiten espacios grandiosos con una tendencia a la centralización.

Como era adecuado para un complejo esencialmente utilitario, la sencillez del proyecto iba acompañada del escasísimo empleo de ornamentación arquitectónica. Es uno de los primeros edificios públicos en los que se abandona la utilización de los órdenes clásicos en su decoración como fórmula para infundirles grandeza monumental. Las paredes se animan con puertas, ventanas y balcones; las ventanas crecían en tamaño y número  y empezaron a realizarse con arcos de medio punto y no exclusivamente adinteladas.

Posterior en el tiempo a los Mercados de Trajano es el macellum construido en Mileto en el año 160 d.C. Lo más interesante de este edificio es la fachada, compuesta con la misma estructura de columnas exentas en dos pisos que sostienen entablamentos acodados y frontones partidos, solución formal que ya vimos en la biblioteca de Celso en Éfeso y en la propia biblioteca de Atenas, un tipo de fachada monumental que tuvo un importante desarrollo en las provincias helenísticas del Imperio y que derivaba de los escenarios de los teatros.

1.  Edificios conmemorativos

1.1  Arcos triunfales

Dentro de los edificios conmemorativos romanos, destacan los arcos de triunfo que aunque existieron ya en la República no es hasta el Imperio que se hacen en piedra y que adquieren todo su valor simbólico como signo del triunfo militar, sometimiento de los pueblos conquistados y mantenimiento de la paz; suponen una conversión a la forma monumental de construcciones provisionales erigidas con ocasión de triunfos militares. En general, todos ellos tienen la forma de puertas de ciudad, pero no están adosados a muros, sino exentos, decorados en los dos frentes y en los costados y con la inscripción conme­morativa en la parte superior.

El vano principal del arco, y los laterales, si los había, estaban flanqueados por columnas generalmente pares. Los espacios intermedios contenían a veces relieves referentes al hecho conmemorado por el arco. El motivo de su erección era explicado en una inscripción bien visible en el ático encima del vértice. Normalmente el conjunto estaba rematado por grupos escultóricos, muchas veces en bronce.

Hay tres tipos de arcos de triunfo:
- Los de una sola luz (el de Tito en Roma, el de Bará y el del Puente de Alcántara).
- Los de dos luces, más raros, más frecuentes en las entradas de las ciudades a modo de puertas que como arcos triunfales.
- De tres luces, que son los más habituales. La luz central suele ser mayor que las otras dos: Arco de Septimio Severo y de Constantino (Roma), el de Orange (Francia), el de Medinaceli (España), etc.
- Hay un raro tipo de arco de cuatro luces, uno por cada una de las caras del monumento, que tiene la forma de templete: "Arco de Caracalla" en Tebessa (Argelia) y el de "Cáparra" (Cáceres).

A continuación se hace una breve descripción de los arcos de triunfo más significativos.

El Arco de Tito conmemoraba la victoria de este emperador que puso fin a la guerra judaica que terminó con la toma de Jerusalén y la destrucción del famoso templo. Se trata de un arco de un solo vano, de mármol pentélico, con una altura de más de cinco metros. Presenta dos novedades importantes: sus columnas estriadas que, apoyadas sobre un plinto, flanquean el vano del arco como elemento decorativo, y sus capiteles que mezclan ya las volutas jónicas con los acantos del corintio, dando lugar al capitel compuesto. Son novedad, igualmente, los nichos ciegos que se abren entre los pares de columnas.
Destacar los dos paneles en relieve, situados uno a cada lado del pasaje del Arco de Tito, por lo que se ha denominado el «ilusionismo espacial», muestran los momentos sucesivos de una procesión triunfal después de la toma de Jerusalén.

Bajo Trajano se construyeron arcos triunfales en Arcona y en Benevento. El primero es probablemente el más esbelto de todos los arcos conservados y su esbeltez se acentúa por el elevado podio sobre el que se alza. Fue erigido en el año 115, por la misma fecha en que se alzó el de Benevento. Este último es de proporciones casi cuadradas y no tiene más que un arco.

En el 129-130 y en Gérasa (actual Jarash, cerca del Jordán) se erigió un arco triunfal en honor de Adriano que medía más de veintiún metros de altura. Constaba en su tiempo de tres arcos: el central, de más de diez metros de altura, y los laterales, mucho menores. Por encima de ellos, equilibrando el alzado del vano axial, se simularon ventanas ciegas entre las pilastras acanaladas y frontones triangulares. Posteriormente se añadieron al arco dos alas con nichos y ventanas ciegas.
En el Foro Romano, tras la victoria sobre los partos, árabes y adiabenos de Mesopotamia, y como conmemoración de los diez primeros años de reinado, se erigió en el año 203 el Arco de Septimio Severo. Fue un arco meramente honorífico y como tal se irguió sobre una plataforma alzada por encima de la calzada, que resultaba casi impracticable.

Sus tres arcos, de mármol pentélico, están flanqueados por cuatro columnas exentas de orden compuesto, apoyadas en altos plintos. Los machones centrales están atravesados por arcos de manera que los tres vanos se hallan comunicados transversalmente entre sí.

Para finalizar, la erección del Arco de Constantino fue decretada por el Senado y el Pueblo Romano en honor de este emperador por su victoria sobre Majencio en el año 323. Se alzó en la llamada Vía Triunfal, que unía la depresión del Anfiteatro Flavio con el Circo Máximo, y la ceremonia dedicatoria debió celebrarse en el año 316, es decir, tres años después de la promulgación del Edicto de Milán que abrió la Paz de la Iglesia.
Consta de tres arcos, ante los cuales destacan cuatro columnas exentas sobre elevados plintos. El revestimiento decorativo, incluidos los relieves, procede de otros monumentos.


También de tiempos de Constantino es el Arco Cuatrifonte del Foro Boario. Se trata de una construcción cuadrangular provista de sendos arcos en sus cuatro lados, arcos que en el centro forman una bóveda de arista reforzada por nervios. Su núcleo es de hormigón revestido por lastras de mármol. Los cuatro lados son idénticos en su composición y se animan con nichos que flanquean en dos series superpuestas los arcos de paso.
Este modelo de arco triunfal ya se había extendido por las provincias del Imperio y como él fueron los de Trípoli, Leptis y Tebessa en Africa; Caparra en Cáceres; Vienne en Francia y algunos más.


1.2  El Ara Pacis

En tiempos de Augusto se erigió un edificio conmemorativo totalmente diferente: el Ara Pacis. Fue erigido por Augusto para celebrar su retorno victorioso de Hispania y de la Galia y la pacificación lograda y que había sido deseada durante largo tiempo. El monumento se componía de un altar propiamente dicho y de un recinto decorado con relieves figurados y ornamentales de muy diferente calidad. Entre el altar y el recinto no hay una relación feliz de proporciones: los dos elementos están yuxtapuestos fríamente, sin verdadera conexión. El altar ocupa casi todo el espacio en el interior del recinto y consta de un plinto adornado con relieves y un friso con tema ritual. De hecho, el interés del monumento reside sobre todo en la decoración del recinto, en cuyo eje principal se abrían dos puertas en sus lados más cortos.

Su interior, dividido en dos frisos, estaba decorado en la zona superior con guirnaldas y bucráneos, y abajo está reproducida, en mármol, una empalizada de planchas. Estos motivos decorativos y estructurales del interior no tienen ninguna relación con la decoración del exterior que, a su vez, está compuesta de elementos totalmente independientes unos de otros, desde el punto de vista estructural. Su única unión es simbólica.

Los cuatro paneles que flanquean las entradas representan escenas puramente alegóricas o mitológicas (muy influidos por los relieves paisajísticos del arte helenístico). Además el monumento tiene un largo friso superior que representa un tema histórico romano: este tema consiste en una procesión de funcionarios, sacerdotes y miembros de la casa imperial incluyendo al mismo emperador Augusto que tuvo lugar el día de la consagración del emplazamiento del altar, el 4 de julio del año 13 a.C. De esta manera se registra un hecho concreto de la historia contemporánea con anecdótico detalle, en relieve tridimensional y con un hábil retrato de los participantes en este acontecimiento.

1.3  La Columna de Trajano

El más romano de todos los monumentos conmemorativos es la Columna Trajana. Se levantaba en el Foro de Trajano detrás de la basílica Ulpia, y estaba flanqueada por las dos famosas bibliotecas la griega y la latina, desde las cuales se gozaba de una vista mejor de los niveles superiores del relieve. Estos relieves tienen la forma de un friso en espiral que recubre todo el fuste de la columna y que muestra, en un estilo narrativo «continuo», los acontecimientos de las victoriosas campañas de Trajano en los años 101-102 y 105-107 contra los dacios.

Desde el punto de vista tipológico, la columna de Trajano es una invención totalmente nueva. Desde la época helenística se habían erigido en Roma columnas como soporte de estatuas conmemorativas y también se habían dedicado columnas adornadas con bandas superpuestas de relieves a divinidades en las provincias, pero no tiene precedente la idea de enrollar en tomo de una columna conmemorativa colosal, coronada por la estatua del emperador, una cinta figurativa que rodea el fuste en espiral. Los antecedentes de la composición de los relieves deben buscarse en las pinturas triunfales.
La base está adornada  con montones de armas, por encima se eleva el fuste de la columna, de casi 30 metros, compuesto por 17 tambores de mármol de Paros superpuestos. El relieve se ejecutó una vez que la columna estaba ya montada. Al elevarse, la banda ilustrada crece en altura para corregir el efecto óptico debido a la distancia, de manera que a simple vista todas las bandas parezcan de la misma altura.

La manera de trabajar y estas modificaciones precisas de perspectiva presuponen un modelo dibujado que determine la ejecución de los relieves. Además, y también de manera insólita, el zócalo de la columna sirvió para guardar la urna que contenía la urna funeraria con las cenizas del emperador, cuya estatua de bronce se eleva en la cumbre.

Digna heredera de la columna de Trajano es la columna Antonina, dedicada a la conmemoración de las guerras de Marco Aurelio en la frontera del Danubio. Se trata a todas luces de una imitación de la columna Trajana, pero los ochenta años que la separan de ésta han producido un cambio profundo en el lenguaje artístico, y tan sólo en algunos detalles de los relieves se puede apreciar todavía un eco de las maneras estilísticas de Trajano.
En la columna Trajana hemos visto la obra de un gran maestro; en la columna Antonina, vemos la obra colectiva de un taller. Los maestros que trabajaron en la columna de Marco Aurelio son menos cultivados y tienen menos originalidad, están más apegados a la tradición romana plebeya de la narración histórica. Otra gran diferencia que separa ambas columnas es que en la Antonina falta tanto la unidad de concepción como la unidad de forma, de desarrollo ininterrumpido y siempre nuevo en la narración.
La columna propiamente dicha está compuesta por diecinueve tambores, comprendidos base y capitel, y un bloque cilíndrico que servía de soporte a la estatua del emperador colocada en la cima.


2.  Una arquitectura para los espectáculos

El pueblo romano era especialmente aficionado a los espectáculos y la mayoría de los edificios que dedicaron a estos entretenimientos presentan unas tipologías especiales.

2.1  Teatros

La tipología del teatro es clara heredera de la helénica, pero con una serie de cambios importantes, sobre todo por su tendencia a la monumentalización:
- la orchestra griega era semicircular, y la cavea con asientos estaba excavada en la ladera de la colina, allí donde la topografía lo permitía. Las posibilidades de decoración externa quedaban francamente limitadas.
- los romanos hacen una orchestra mayor y, lo que es más importante, construyen completamente la cavea sobre una serie de bóvedas radiales de hormigón, de manera que al exterior todos los arcos se ornamentan con columnas adosadas y molduras horizontales.

Las primeras obras teatrales representadas en Roma tuvieron lugar en instalaciones provisionales de madera. Hasta Pompeyo Roma no tendrá un teatro permanente en piedra: el Teatro y el Pórtico de Pompeyo. El lugar elegido para su erección me una gran zona del Campo de Marte y su inauguración tuvo lugar en el año 55 a.C. De esta construcción no ha llegado hasta nuestros días prácticamente nada, pero por las descripciones literarias sabemos que el conjunto constaba de dos partes:
- el teatro propiamente dicho, un edificio semicircular
- el doble pórtico rectangular, adosado al hemiciclo del teatro por la parte de la escena.
- se añadía un tercer elemento: el pequeño templo consagrado a Venus Victrix alzado en la parte central del arco descrito por la gran cavea.

La ordenación arquitectónica externa de los tres pisos formados por las gradas es de hileras de arquerías superpuestas con los arcos flanqueados por pilastras a las que se adosan medias columnas: toscanas, las del piso bajo; jónicas, las del segundo, y corintias, en el tercero. Esta superposición de órdenes se convertirá en canónica y se mantendrá en el Teatro Marcello y en el Coliseo.

      
Teatro y Pórtico de Pompeyo en Roma.                                     Teatro Marcello en Roma.

Ya en época de Augusto se construye, también en Roma, el Teatro Marcello (parece que fue iniciado ya por César, en un intento de emular con él al de su rival Pompeyo). De este teatro se conserva un sector de su fachada semicircular en el que, por supuesto, se puede apreciar la mencionada superposición de órdenes.

Un caso ya absolutamente desarrollado de teatro lo encontramos en el teatro Aspendos, en tiempos de Antonio Pió. A pesar de que la cavea se excavó en una pendiente natural, siguiendo con ello la tradición griega, el resto del teatro es estrictamente romano. La escena, por ejemplo, ya traduce los gustos característicos y desarrollados de estas construcciones en la profusión de nichos y columnas superpuestas en varios pisos. Las columnas van pareadas, siguiendo los entablamentos los entrantes y salientes que ellas marcan.  En el piso superior, cada uno de estos miembros columnados se coronaba con frontones alternativamente curvos y triangulares.

2.2  Recintos deportivos

El tipo de espectáculo preferido por los romanos era el deportivo. Por su filosofía y por su educación política, la civilización griega exaltará el culto al cuerpo, a la fuerza y a la perfección física como una parte de su cultura. Para los romanos, sin embargo, la actividad deportiva, aún participando de la vida social, no constituyó nunca un elemento que contribuyese a la paz o a la unidad de Roma; se puede decir que formó parte del cuadro más amplio de la formación física y moral de los jóvenes y del espectáculo público, favoreciendo esta popularidad, sin duda, el fenómeno del profesionalismo, que no había tenido precedentes en el mundo griego.

Los espectáculos «deportivos» que siempre prevalecieron entre los romanos eran diferentes de los "atléticos" griegos y se encontraban encuadrados en dos categorías fundamentales muy distintas: la de los ludi y la del muñera. Cada una necesitada de unos edificios específicos.
- de los ludi formaban parte, junto con las representaciones teatrales, las carreras de carros que, a medida que se fueron desarrollando tomaron el nombre de ludí circenses
- en los del muñera se incluyen, junto con los combates de gladiadores, las venationes o caza de animales feroces.
- menos comunes eran las naumaquias, enfrentamientos navales que precisaban enormes piscinas artificiales.

Tanto las luchas de gladiadores como las venationes se celebraban en los anfiteatros; fue sin duda el más popular de los espectáculos romanos y sería el deporte nacional durante ocho siglos. Pero el combate de gladiadores se remonta a la costumbre de asesinar prisioneros de guerra y de sacrificar animales en honor de los dioses y de los héroes. Entre los etruscos se mantuvo viva largo tiempo como acto cultual; con el tiempo, sencillamente, el rito adquirió características profanas y espectaculares.

Por todo esto, los restos de los anfiteatros se encuentran entre los ejemplos más importantes de la arquitectura romana en Occidente. El primero construido en Roma en madera data del año 53 a.C. Scribonius hizo levantar dos teatros de madera, giratorios, que podían coincidir por sus caveas formando el ruedo continuo propio del que por ello se llamó anfiteatro, alternando en él de este modo los espectáculos teatrales con los gladiatorios y dando lugar a una nueva tipología.

Los anfiteatros de Verona, Pola, Nimes, Arles y El Djem, son descendientes directos del tipo desarrollado en la Italia central. Algunos anfiteatros primitivos, como los de Mérida y Siracusa, estaban parcialmente excavados en el terreno, y en Britania, en Cirencester y Caerteon, por ejemplo, los asientos de madera estaban colocados sobre plataformas de tierra con muros de contención de piedra. Algunos anfiteatros tienen cámaras subterráneas debajo de la arena para albergar a personas o animales, o para contener materiales, destinados a los espectáculos; estas cámaras se encuentran en formas relativamente sencillas en Pozzuoli, El Djem o Mérida, y en forma de verdadero laberinto en el Coliseo.
         
 Anfiteatro de Verona.                           Anfiteatro de Mérida

Será el Coliseo de Roma el paradigma de la tipología de anfiteatro. El Coliseo fue un edificio político: política fue la elección de su emplazamiento y el momento de su construcción. Ésta fue obra de Vespasiano, tras la guerra civil que siguió al asesinato de Nerón en el año 69. Para atraerse el apoyo popular necesitaba hacer olvidar a Nerón, y la fórmula fue la más acertada.

Vespasiano destruyó parte del inmenso palacio neroniano (la Domus Aurea) y sobre sus ruinas levantó un enorme anfiteatro que rivalizase con el otro gran edificio público de Roma, el Circo Máximo, escenario de las carreras de caballos, que también había sido reformado y ampliado por Nerón. La opción de Vespasiano obedeció a una clara política demagógica. Su hijo Tito, que llevó a cabo la terminación de la obra, procedió en el año 80 a una grandiosa ceremonia de entrega al pueblo con cien días de fiestas en los que se dio muerte a nueve mil animales. El nombre de Coliseo deriva de una estatua colosal de bronce de Nerón situada en su inmediata proximidad.

El exterior se articula en cuatro órdenes arquitectónicos con una altura total de cerca de cuarenta y nueve metros, realizados en opus quadratum. Los tres primeros están constituidos por ochenta arcadas, encuadradas por semicolumnas con capiteles toscanos en el primer piso, jónicos en el segundo y corintios en el tercero. El cuarto piso está dividido por pilastras corintias en ochenta recuadros con cuarenta ventanas o intervalos. En el interior de cada recuadro había tres ménsulas, correspondientes a otros tantos orificios en la cornisa, que servían para sostener las vigas de madera a las que se fijaba el velarium. Se trataba de una tela gruesa necesaria para la protección del público frente al sol o a la lluvia.

   
El Coliseo, Roma.

Las entradas estaban señaladas por números sucesivos. Sólo las entradas principales, puestas en correspondencia con los dos ejes, no tenían numeración, ya que estaban reservadas a un público selecto.

A los cuatro órdenes externos corresponden en el interior los diversos sectores de gradas. En el primer sector, constituido por amplios peldaños sobre los que se disponían los asientos, estaba el podio reservado a los senadores. El complejo sistema de rampas y pasadizos permitía un alojo y desalojo ligero del público, pero sobre todo garantizaba el respeto de la distribución de los sitios, establecido rígidamente y articulado por clases sociales.

  
Alzado e interior del Coliseo.

A la arena se accedía a través de dos entradas situadas en coincidencia con el eje mayor. La del oeste la utilizaban los gladiadores para salir a escena. Por la del este salían los cuerpos sin vida de los mismos. Desde ambas puertas se llegaba a los subterráneos donde se encontraban los animales y los instrumentos necesarios para los juegos. Los subterráneos estaban divididos en cuatro cuadrantes, resultado del cruce de los dos pasillos correspondientes al eje mayor y al eje menor; en ellos se abrían corredores y habitaciones. Existían sistemas articulados con contrapesos y planos inclinados para la elevación a la superficie de aparatos escénicos complejos y pesados.


Por su parte, para las carreras de carros que requerían unos espacios alargados mucho mayores, los romanos construyeron los circos, entre los que probablemente el mejor ejemplo es el Circo Máximo. Está situado en el gran valle entre el monte Palatino y el Aventino. Tras el incendio de la ciudad en el año 64, Nerón realizó grandes reformas que elevaron su capacidad a los doscientos cincuenta mil espectadores que calcula Plinio el Joven a finales del siglo I. Las graderías eran al principio de madera, lo que ocasionaba numerosos incendios. De hecho, fue en el circo donde se inició el famoso incendio en época de Nerón, lo que aprovechó este emperador para reconstruirlo íntegramente en piedra y mármol. Topográfica y arquitectónicamente el circo era una prolongación del palacio imperial del Palatino, pues la gran tribuna del emperador que se alzaba en su lado norte era de hecho una parte del palacio.

Tanto como en el teatro o en el anfiteatro, en el circo confluyen todas las tradiciones políticas y religiosas que caracterizan los juegos romanos. También aquí senadores y caballeros ocupan unos emplazamientos fijados de antemano, reproduciendo el ordenamiento jerárquico de la sociedad romana. Junto a ellos el pueblo se organiza en las cuatro factiones con sus respectivos colores (rojos, verdes, blancos y azules).

Como en el anfiteatro, el suelo donde se desarrollaban las carreras se llamaba arena. Tenía forma alargada con un extremo curvo y otro recto. Los carros partían del extremo recto, donde había dos «carceres», recintos cerrados que se abrían para dar salida a los caballos.

Giraban en el hemiciclo opuesto, donde había una gran puerta bajo las graderías por donde salían los aurigas vencedores. En el centro corría en línea recta un murete o spina en tomo a la cual giraban los carros. Esta spina se fue cubriendo de estatuas, obeliscos egipcios, fuentes, etc. En el centro del graderío, que se apoyaba en la ladera del Palatino, estaba el palco imperial.  A ambos lados se encontraban los asientos reservados a senadores y caballeros.

ARQUITECTURA DOMÉSTICA

Introducción

Se han conservado muchas muestras de arquitectura doméstica siendo ésta un ámbito en el que los romanos utilizaron diversas y complejas tipologías de edificios, tanto en el desarrollo de la vivienda como en el de la villa o el palacio. Los restos de Pompeya  o el abandono de Ostia tras la época imperial nos muestran la conservación de dos ciudades completas de distintas épocas, lo que ha permitido el conocimiento exhaustivo de las tipologías edificatorias domésticas más comunes, la domus y la insula.

Los restos conservados de villas aunque numerosos se encuentran más dispersos debido a la propia esencia de este complejo arquitectónico, destinado a la explotación agropecuaria o al recreo de los grandes patricios, por lo que se esparcen de forma aislada por el territorio. Más escasos son los vestigios conservados de residencias reales, como menor fue el número de estos edificios aunque son muy significativos y permiten el conocimiento exacto de las estructuras originales y por tanto de los diversos modelos tipológicos.

1.  La Casa

Domus


La Domus era la casa individual, destinada a una sola familia y con un programa complejo que se desarrolla, en su esquema fundamental, a lo largo de la época republicana. En Roma no han quedado vestigios pero los restos de la ciudad de Pompeya hacen que la conozcamos en toda su amplitud, razón por la que a la Domus también se la denomina casa pompeyana.

Esquema básico de casa pompeyana. Planta de la estructura  
más antigua de la casa del Cirujano


Se trata de una casa compleja desarrollada hacia el interior, sin apenas elementos exteriores más que una sobria fachada. Se distinguen dos partes:
·         La que se estructura en torno al atrio central, incluye la zona próxima a la calle y secuencialmente la podemos describir como:
Ø  Vestíbulo.
Ø  En línea recta el atrio, normalmente descubierto con un recipiente central más profundo que el nivel del pavimento y conectado a una cisterna situada debajo de él, el impluvium, destinada a recoger el agua de lluvia. Este espacio central albergaba el lararium, santuario de los dioses de la casa y bustos que representaban al propietario y a sus antepasados, así como sus tesoros domésticos.
Ø  Tablinium, en torno a él se disponían las habitaciones ordenadas simétricamente, o en un segundo piso
Esta primera parte se corresponde con el esquema de la domus romana más antigua que recoge elementos de la tradición de la casa etrusca y que se completa funcionalmente con uno de los elementos básicos de la casa helenística, el peristilo.
·         La que se abre al peristilo del fondo. Se añadió a la domus más allá del tablinium que ahora comienza a abrirse más a él para recibir más luz. El peristilo actuaba como un patio-jardín en la parte trasera de la casa; en su entorno surgen los triclinios o comedores y las salas de estar y reunión.

Al comienzo del imperio la estructura básica de la domus sufre una clara evolución reduciendo el atrio su tamaño e importancia (incluso desaparece) por la pérdida de su funcionalidad. La casa se abrirá cada vez más al peristilo, por lo que el atrio pierde su función de espacio de iluminación de la casa, el agua llegará a la domus desde las infraestructuras públicas por lo que el impluvium dejará de ser un elemento importante, y por último, la crisis en la religiosidad familiar deja el santuario vacío de contenido.

Los restos de las Domus pompeyanas muestran una rica decoración principalmente pictórica mural imitando placas de mármol o escenas con temas mitológicos enmarcados por arquitecturas fantásticas y excepcionales composiciones en mosaico. El exterior de las casas estaba estucado y pintado.
Planta de la casa de Fauno en Pompeya. Casa compleja con dos atrios y dos peristilos

En los últimos tiempos de la República, coincidiendo con un importante aumento de población, las partes bajas de las casas fueron ocupadas por tabernae (pequeñas tiendas) que se abrían a la calle ocupando la fachada a excepción de la puerta de entrada a la Domus.

Insula

La insula es un edificio de varios pisos con viviendas que se desarrolló fundamentalmente en Roma y en algunas ciudades congestionadas del Imperio. A finales del siglo I a.C. Roma contaba con un millón de habitantes la mayoría de ellos concentrados en las insulae o viviendas de pisos, sólo los ricos patricios podían permitirse vivir en una Domus.

Es posible que en las populosas ciudades helenísticas existieran bloques de apartamentos de varios pisos, aunque no se ha podido constatar; por tanto será en Roma donde se desarrolla inicialmente esta tipología respondiendo a las necesidades de vivienda en un espacio escaso.

Las insulae  presentaban una construcción de ínfima calidad; construidas con ladrillo, no tenían cocinas ni servicios, sus materiales de construcción (con suelos, techos y escaleras de madera y paja) favorecían los incendios, y la baja calidad constructiva los continuos derrumbes. El constante crecimiento de Roma determina que estos bloques que en un principio constaban de tres plantas aumentaran su altura de tal forma que César se vió obligado a dictar unas órdenes reguladoras limitando su altura a un máximo de 20 metros. Estas ordenanzas, de escasa aplicación, tuvieron que ser renovadas por Augusto o Trajano, con la misma escasa aplicación.

Roma se presentaba como una ciudad superpoblada con barrios populares donde se hacinaba la población en bloques de viviendas insalubres. En el año 64 d.C. , durante el reinado de Nerón, el incendio que asoló Roma durante ocho días destruyó zonas enteras de la ciudad. Este desastre permitió al emperador un nuevo plan de construcción con calles más espaciosas y edificios alineados y porticados. Los escombros acumulados por los derrumbes del incendio permitieron realizar una importante labor de ingeniería previa a la construcción de los barrios (terraplenar desniveles, cegar lagunas, unificar cotas) dando un asiento más regular a la nueva ciudad. Se construyeron las insulae alineadas, limitando su altura y con pórticos en los frentes para protegerlas del fuego. Una parte de cada edificio debía de estar construida en piedra y no contener elementos de madera, cada casa debía tener sus propios muros y cada inquilino estaba obligado a mantener elementos de extinción de incendios.

La ciudad empezó su reconstrucción con Nerón, pero fue con la dinastía Flavia, especialmente durante el reinado de Domiciano, cuando llegó a completarse. Aunque de nuevo la superpoblación y la presión sobre el suelo determinaron que muchas normas se dejaran de lado. En el conservado plano de Roma trazado en mármol en el año 200 los barrios regulares y ordenados son la excepción.

De estas antiguas insulae apenas han quedado restos materiales, a excepción de la que se encuentra en el Aracoelis y que ha llegado a nosotros embutida en construcciones medievales. Es un gran bloque de cuatro plantas bien construidas y dos más en estado ruinoso, con una bella fachada con soportales y ventanas, y un patio interior abierto. Por testimonios literarios se la conoce como la insula Felices, se levantó en la época de Septimio Severo y se ubicaba entre el Panteón y la Columna Aureliana, en el Campo de Marte. Tanto por sus medidas como por su altura y el enorme número de viviendas alojadas en él, se convirtió en un hito en la ciudad.

Arquitectura doméstica en Ostia

Ostia es un magnífico modelo urbanístico de la arquitectura doméstica de la época imperial. Fue desarrollada y urbanizada a finales del siglo I y en el II d.C. , tanto en su ordenación urbana como en su arquitectura refleja el planteamiento ideado para Roma tras el incendio de Nerón. Ostia fue abandonada a finales de la antigüedad, por lo que no ha sufrido las transformaciones de una ciudad habitada de forma continua, llegando a nosotros conservada de una forma integral.

Se estructura como una ciudad racional y planificada, con calles anchas y regulares, flanqueadas con pórticos, con un tratamiento unitario en las fachadas y la altura limitada a 70 pies. La construcción de los edificios se realizó en hormigón cubierto de ladrillo evitando rigurosamente el empleo de materiales inflamables y cada edificio posee una estructura independiente de sus colindantes.
Apenas existen Domus en Ostia, y menos siguiendo el modelo tradicional de Pompeya. La casa ostense es alta, organizada en pisos y plantas, varias viviendas por cada planta y habitadas por vecinos que la tienen en alquiler. Como novedad frente a las casa tradicionales que se iluminaban mediante patios interiores, las fachadas se dispusieron uniformemente con un pórtico en la planta baja al que se podían abrir tiendas, y ventanas y balcones en los pisos superiores. La cubrición se realizaba con un tejado a dos vertientes o raramente con una terraza plana.                                                                   Reconstrucción de una insula de Ostia

El modelo desarrollado en Ostia y Roma se convirtió en la tipología más habitual en las grandes ciudades del imperio. El crecimiento continuo de las poblaciones urbanas determinó un aumento permanente del precio de los terrenos, lo que hacía imposible la ocupación de viviendas de una sola planta (Domus) por lo que las grandes ciudades se fueron poblando de insulae con tabernae en su parte inferior, con puerta directamente abierta a la calle o pórtico. A los pisos superiores se accedía por escaleras independientes instaladas en los patios interiores.

En las provincias se desarrolló la domus como casa independiente destinada a la clase alta, en todas las zonas mediterráneas donde la casa helenística con peristilo era su precedente. El resto conservó su arquitectura doméstica según sus costumbres ancestrales. En ciudades norteafricanas como Tipasa o Volúbilis, las casas con peristilo continuaron siendo la residencia normal de los ciudadanos ricos. En otras ciudades como Sabratha, la presión demográfica obligó a construir casas urbanas más compactas, de dos plantas e iluminadas por patios pequeños, sin llegar a constituirse como insulae.

2.   La Villa

El término Villa denominaba dos formas distintas de construcción doméstica emplazada fuera de la ciudad:
·         Villa Rústica. Se aunaban edificaciones domésticas, la casa grande de labor; con edificaciones utilitarias para la explotación agrícola y ganadera (almacenes, depósitos, bodegas..), así como habitaciones para los trabajadores..
·         Villa Urbana o Villa de Recreo. Residencias de veraneo y retiro de los grandes señores, caracterizadas por el lujo de sus instalaciones y por sus alardes arquitectónicos.
En general todas las villas formaron a su alrededor importantes fundus que las asimilaron a complejas explotaciones agropecuarias. Normalmente la villa reúne, tanto en su versión rústica como en su versión urbana, los dos modelos expuestos, la domus más o menos lujosa y el núcleo de explotación agropecuario. Su capacidad de autosuficiencia determinó que al desintegrarse los mecanismos de poder público del Imperio, ganaran autonomía tanto administrativa como económica hasta convertirse en verdaderos estados señoriales.

La villa urbana o Villa de Recreo

Es la mansión veraniega y de reposo de los patricios ricos y de los propios emperadores, estaban marcadas por el lujo, la exquisitez y el refinamiento, enclavadas en un paisaje, ya fuera marino o del interior, abiertas a él y rodeadas de jardines. No solo servían para el disfrute de su propietario sino que pretendían ser construcciones de representación y prestigio. La villa romana también tuvo un matiz intelectual y artístico, ya que en ella su propietario poseía una importante biblioteca y exhibía sus colecciones de obras de arte.

Arquitectónicamente van a ser lugares de experimentación de nuevas formas y, sobre todo, a partir del Imperio y con la consagración del hormigón como material constructivo, se ensayarán nuevas plantas, cubriciones y espacios que se manifestarán más tarde, fundamentalmente, en los palacios imperiales.

En sus versiones más modestas reproducen el esquema de la Domus, pero con una apertura al exterior de la que carecía aquella. La logia en la fachada, el peristilo, la galería, el patio porticado, son elementos propios de estas construcciones que se abren a los jardines que las rodean y al paisaje circundante. Los elementos distintivos de la villa en la época imperial serán el juego de la curva y la contracurva en la construcción de los espacios, la utilización del hormigón como material de construcción y el desarrollo de fachadas monumentales, así como en los jardines la sucesión de pabellones, belvederes, exedras, parques internos, ninfeos, albercas, piscinas, etc.

Las primeras villas de recreo de las que tenemos noticia son las de Pompeya, situadas a las afueras de la ciudad en las faldas del Vesubio. Seguían el esquema de la domus matizado con la necesidad de la apertura al paisaje; en primer lugar se invertía el orden atrio peristilo, estando situado en primer lugar este último, para luego acceder a un núcleo interior centrado en el atrio; su disposición en terrazas artificiales sobre la ladera permitía la apertura mediante galerías al paisaje y al jardín.
La más representativa de todas estas villas es la Villa de los Misterios. El ala sureste estaba destinada a la lujosa mansión; asentada sobre una terraza artificial, sobre la falda de la colina su distribución seguía un eje longitudinal que empezaba en la entrada, seguía en el peristilo, el atrio y el tablinium, culminaba con una espaciosa exedra desde la que se contemplaba la costa y el mar. El ala noroeste era un conjunto de edificios utilitarios para la explotación agropecuaria

La pintura pompeyana reproduce suntuosas mansiones en la bahía de Nápoles, tan lujosas como la Villa de los Misterios y enmarcadas en arquitecturas fantásticas, en las que nunca aparece la zona destinada a la explotación agrícola. De esta época republicana, tenemos noticias de una serie de mansiones de patricios ubicadas en Roma, en el monte Palatino, se denominan Horti y son un paso intermedio entre la domus y la villa, ya que como la primera son arquitecturas domésticas urbanas y siguen su misma estructura, de atrio y peristilo, pero como las villas, son ostentosas residencias abiertas al paisaje y jardines a su alrededor y desarrollan espacios de prestigio rodeados de lujo; en ningún momento muestran construcciones utilitarias agrarias. A finales de la república eran famosos los horti de Sila, Pompeyo, Craso o César.

La villa de Adriano en Tívoli

Los emperadores construyeron sus propias villas de recreo fuera de Roma, las villas de Augusto y Tiberio, en Capri, las de Nerón en Anzio y Subiaco, la de Domiciano junto al lago Garda, etc... todas ellas complejos arquitectónicos sabiamente encajados en el paisaje, con edificios de viviendas, baños, bibliotecas, estanques, jardines, estatuas..

La villa imperial mejor conservada y la más sorprendente por sus juegos arquitectónicos fue la villa construida por Adriano. Cuando decidió construirla en Tívoli dispuso que recogiera algo de todo aquello que el emperador había conocido en sus viajes. Fue iniciada en el año 120, con planos del propio emperador o al menos siguiendo sus directrices. Las obras duraron hasta su muerte.

Villa de Adriano (Tívoli)Se trata de un amplio conjunto de edificios, en el que se unen palacios, pórticos, exedras, un estadio, un teatro, balneario, dos bibliotecas, una griega y otra latina, etc... construidos con el mayor repertorio de mármoles, decorado con estucos, pinturas, estatuas y mosaicos, reuniendo todos los elementos para crear el ambiente más lujoso imaginable. Las construcciones formaron cuatro zonas principales separadas por espacios vacíos. En el conjunto general se evitó conscientemente la estructura axial de los elementos y su sometimiento a un único eje de simetría, buscando más el efecto de irregularidad y espontaneidad aprovechando para ello los desniveles del terreno. El resultado es una medida anarquía que contrasta con las grandes perspectivas regulares de los complejos áulicos, como los foros y los santuarios. Esta sensación se ve remarcada por la arquitectura de sus edificios en los que se desarrolla un fantástico repertorio de bóvedas y fachadas curvilíneas.

Se puede interpretar que el conjunto es, arquitectónicamente, el resultado de una larga experimentación que se desarrollaba desde hacía más de un siglo en las villas de los romanos ricos y en las villas imperiales. Por su carácter de lugar de recreo, y por su intención de ostentación, suntuosidad y alarde, estas villas fueron desarrollando una arquitectura en la que se prescindió de la rigidez de los principios de la arquitectura pública, ordenación lineal y axial de los elementos, decoración externa con los órdenes clásicos, etc. hechos a los que se unió el nuevo material constructivo, el hormigón que permitía la utilización de increíbles abovedamientos y por tanto el juego en las plantas, circulares, lobuladas, insertas en figuras poligonales, etc. y en la creación de nuevos espacios.

En la villa de Adriano esta tendencia llega a su culminación con el magnífico repertorio de fachadas curvas, espacios circulares y bóvedas que exhiben sus edificios. Con ellos se inicia una nueva arquitectura caracterizada por un barroquismo exacerbado, que se refleja en toda la arquitectura posterior.
La parte más destacada de los restos conservados es el Canopo, que recibe este nombre egipcio por erigirse en recuerdo de un lugar de Alejandría próximo a una de las bocas del Nilo. Se trata de un alargado estanque que conserva la idea de curso fluvial y que era navegable por barcas ligeras. Estaba rodeado por un pórtico de columnas que sostenían arcos de medio punto y en los intercolumnios se situaban estatuas copia de originales griegos. Uno de sus extremos se cierra con una gran absidia imitando una gruta, cubierta con bóveda y revestida de mosaico donde manaba el agua, en forma de cascada, que alimentaba el estanque. Sobre él se situaba un gran comedor donde se recogieron una gran colección de dioses egipcios.

3.   El Palacio

El palacio es la residencia del emperador y aparece como tipología arquitectónica en la época del Imperio tras el reinado de Augusto. La consolidación de la monarquía y el desarrollo de los ceremoniales de la Corte hacen necesaria una residencia imperial que cubriera tanto las necesidades domésticas como las de representación y administrativas.

Por su tardía aparición la arquitectura desarrollada en estos edificios se aparta por completo de la arquitectura monumental y representativa fijada en la época de Augusto para los edificios públicos. Los palacios  enraizados más con el estilo de las villas suburbanas y de recreo que con los modelos de arquitectura institucional recogen y desarrollan el estilo arquitectónico romano abovedado. En él se combinan los espacios abiertos al exterior mediante terrazas, galerías, peristilos, patios porticados y una fachada monumental columnada, elementos ya utilizados en la arquitectura monumental helenística, con el desarrollo de una arquitectura específicamente romana en la que infinidad de espacios abovedados, juegan con plantas circulares o poligonales, espacios grandes o pequeños, unos abiertos a otros o al exterior por la desmaterialización de las paredes mediante la apertura de grandes vanos, espacios todos ellos sorprendentes y de gran movilidad. Esta combinación fue posible gracias a la aplicación del hormigón, material muy dúctil que permitía todo tipo de abovedamiento y que en su aplicación los romanos fueron unos auténticos maestros.

El primer palacio imperial lo mandó construir Tiberio, la Domus Tiberiana, en el Palatino. Sirvió como última morada a su madre Livia pues él apenas lo utilizó ya que estuvo retirado durante largos periodos en su villa de recreo en Capri. Apenas quedan unos pequeños restos que nos dificultan fijar su planta y su desarrollo, aunque se puede adivinar la existencia de una amplia sala de audiencias y el lujo de todo el edificio, así como una fachada monumental.

El incendio de Roma en el año 64 posibilitó a Nerón la construcción de una grandioso palacio en el corazón de la ciudad, la Domus Aurea. Nerón proyectó un complejo parque residencial, una impresionante Villa suburbana en la que se concentraban todos los elementos de estas construcciones. Por estar en el interior de la ciudad, el paisaje circundante propio de cualquier villa debía ser creado, para lo que dispuso un inmenso parque conocido gracias a las descripciones contemporáneas que hablan de varios lagos artificiales, uno de ellos tan profundo  que podía ser navegable y edificado como un puerto con construcciones alrededor, bosques con todo tipo de animales y jardines cuajados de pabellones, quioscos y glorietas.

La residencia real se dispuso en varias terrazas sobre la ladera del monte Esquilino, con vistas al parque y al lago artificial, situado en el lugar que luego ocuparía el Coliseo. Su fachada monumental se abría mediante un pórtico columnado a la terraza principal. Se dividía en dos partes separadas por la gran sala de recepciones o audiencias. En la zona oeste estaban las habitaciones privadas para la familia del emperador con plantas y alzados construidos con formas usuales. La zona oriental se destinaba a residencia del emperador sin una división clara entre estancias privadas y públicas. En esta área se despliega todo un juego de plantas y abovedamientos formando espacios complejos y originales.

La gran sala de recepciones tenía planta octogonal con cámaras secundarias dispuestas radialmente en cinco de sus lados, abriéndose los otros tres directa o indirectamente al pórtico central. Todo el conjunto estaba abovedado, la sala central con una bóveda octogonal que se fundía imperceptiblemente en una cúpula con claraboya circular en el centro que ilumina la sala central, las cámaras radiales con bóvedas de cañón y de crucero iluminadas con amplios ventanales horadados en sus paredes, a su vez decorados con nichos. Todo el desarrollo decorativo y de detalles era sumamente extravagante. Esta arquitectura es un antecedente directo de la que se desarrollará en la villa de Adriano en Tívoli.

La apropiación de terrenos que Nerón hizo a la ciudad para construir su palacio, indignó a sus habitantes, cuya miseria tras el incendio contrastaba con la insultante riqueza del palacio. Esto determinó la desaparición de la Domus Aurea a la muerte de Nerón. Primero se interrumpieron las obras inacabadas, y luego, bajo los Flavios, se demolieron muchas de sus construcciones. Trajano, finalmente, rellenó sus cámaras construyendo sobre ellas sus grandiosas termas de uso público.

El Palatium

El palacio de Nerón era imposible de mantener y emular debido tanto a la insultante apropiación de terreno como a su propia estructura y diseño dentro del concepto de villa de recreo; sin embargo, puso de manifiesto la necesidad de un palacio imperial que cubriera las necesidades de representación, lujo y ostentación propia de los emperadores. El problema del palacio imperial, su programa, estructura y modelo, no estaban resueltos, aunque estaba claro que debía ser grandioso y estar concebido con el lujo y sofisticación propio de los palacios helenísticos y orientales.

Los Flavios, sucesores de Nerón, construyeron su palacio imperial en el Palatino, de donde deriva su nombre vulgar, Palatium. Era mucho menor  que el de Nerón aunque más lujoso. Lo proyectó el arquitecto Rabirio, se inició durante del reinado de Vespasiano pero la mayor parte se realizó bajo el mandato de Domiciano.                    

El espacio destinado al palacio estaba condicionado por su situación sobre dos promontorios del Palatino y por estar limitado por dos fachadas, la norte por el Foro y la sur por el Circo Máximo. Para solventar estos problemas se proyectó una planta general casi cuadrangular estructurada en dos formas perfectamente delimitadas e independientes, la zona oficial denominada Domus Flavia, ocupaba un rectángulo en el área noroeste donde se disponían las estancias en torno a un gran patio porticado de planta cuadrada y presentaba su fachada al Foro. Y el área sureste o Domus Augustana donde se dispusieron las estancias privadas del emperador y su familia articuladas en un espacio cuadrado en torno a un patio porticado y ajardinado también de planta cuadrada, y en dos alturas, con una fachada, semicircular y porticada, al Circo Máximo. Las dos zonas quedaban perfectamente enlazadas mediante dos grandes patios porticados dispuestos consecutivamente en el eje longitudinal de la Domus Augustana, y contiguamente, en el eje transversal de la Domus Flavia.

Esta estructura era radicalmente opuesta a la desarrollada en la Domus Aurea de Nerón, ya que en este caso se planificó un conjunto compacto, dividido en dos zonas perfectamente diferenciadas tanto en planta como en altura, y con todas las estancias articuladas mediante grandes patios porticados. En el Palatium se trató de articular un edificio institucional y ostentoso, con la funcionalidad de la separación de actividades. Esta novedosa tipología se convirtió en el modelo de todos los demás palacios hasta el final del imperio.

Las estancias oficiales o Domus Flavia formaban un bloque rectangular prácticamente independiente. En el extremo más occidental se encontraba la basílica, que aparece por primera vez vinculada al palacio del emperador y que se mantendrá en el resto de las residencias imperiales. Presenta la típica planta de tres naves, pero con la novedad de introducir un ábside rematando la planta central con una disposición axial. Esta disposición permite la formación de un eje visual que concentra la mirada en el ábside, lugar donde se colocaba el emperador para impartir justicia.

Contigua a la basílica se encontraba la sala de audiencias o Aula Reggia, presenta planta cuadrada, que tiende a la centralidad debido al tratamiento de las cuatro fachadas, decoradas con columnas adosadas a pilastras y, entre los intercolumnios, puertas o nichos, desarrollando un juego de entrantes y salientes que atenuaba la linealidad de las propias paredes y daba a la sala gran movimiento. En el intercolumnio central se encontraba el ábside, no tan resaltado como en la planta de la basílica, lugar donde se situaba el emperador durante las audiencias. Contigua al Aula Reggia se encontraba el Larario, que se ha interpretado como una capilla palatina, o una antecámara de la sala principal. Estas tres estancias se abrían en la fachada norte a un pórtico exterior y éste lo hacía directamente al Foro.

Al otro lado del patio porticado y enfrentado al Aula Reggia se encontraba el triclinium, de planta cuadrada abierto en su lado norte al patio porticado y en sus lados este y oeste a pequeños patios laterales ajardinados y adornados con fuentes. Las plantas de las dos salas principales tienen un rasgo en común: el ábside en el centro de la pared meridional, rasgo que aparece aquí por vez primera en la arquitectura romana como emplazamiento arquitectónico de la majestad semidivina del emperador.

El ala doméstica o Domus Augustana se disponía en dos niveles, uno a la altura de la Domus Flavia, donde se encontraban algunas habitaciones de verano, y un nivel inferior, donde las habitaciones se distribuían en torno a un patio porticado ajardinado. La fachada que daba al Circo Máximo era una exedra cóncava de dos plantas. Posteriormente, al trazado general se agregó en el nivel inferior de la Domus Augustana, en su lado este, un jardín alargado y excavado, el denominado estadio y a continuación se dispusieron unas termas.

Todo el conjunto estaba construido en hormigón revestido de ladrillo, rematado con estuco, pinturas y mosaicos.

Palacios imperiales fuera de Roma

El Palatium sirvió como modelo de residencia imperial hasta la llegada de la Tetrarquía. Roma dejó de ser el centro indiscutible del Imperio y nacieron nuevas capitales. En todas estas nuevas capitales se construyeron complejos urbanos institucionales tratando cada una de emular y de convertirse en una pequeña Roma, dotándose de una arquitectura monumental de la que en general han quedado escasos restos. También han quedado escasos restos de los palacios imperiales allí construidos, pero a través de ellos podemos concluir que todos tuvieron una planificación general que, siguiendo el modelo del Palatium, dividía el espacio en dos zonas perfectamente diferenciadas, el área institucional y el área privada, todo incluido en un complejo arquitectónico compacto y de planta más o menos cuadrada. En ellos se asoció el palacio al circo o al hipódromo.

Estas nuevas residencias reales tuvieron además unas características propias y uniformes en todas ellas y que las separa del modelo del palacio de Domiciano, como era la necesidad de estar fortificadas, reservar un ala a  alojamiento de la corte y de la guardia imperial, así como una serie de servicios administrativos de tesorería, ceca, etc., una capilla palatina, termas y finalmente se hizo habitual la presencia del mausoleo imperial.

Mayores son los restos conservados en Tréveris, donde existen importantes vestigios del Aula Reggia, además de dos complejos termales, uno de Constancio y otro de Constantino, así como una gran calle columnada que va desde la Porta Nigra hasta el palacio, y un circo anejo al mismo.

Del complejo residencial que Majencio construyó en la Vía Apia entre los años 306 y 312, también se conservan importantes restos como es el hipódromo y parte del mausoleo de planta central, así como la residencia imperial que Galerio habitó hasta su muerte en el 331 en Salónica. Al igual que el resto de los palacios tenía asociado un hipódromo y un mausoleo para el emperador; conservado y convertido en actual iglesia de San Jorge, es de planta circular cubierto con cúpula. El área del mausoleo y el palacio estaban unidas por una avenida. En el centro se alzó el arco triunfal de Galerico, aún existente.


En Spalato (Split) Diocleciano mandó construir una residencia para retirarse, un auténtico palacio imperial sobre las aguas del Adriático. Es sin duda la última gran obra arquitectónica en su género del mundo pagano.

Su planta es un gran rectángulo irregular, rodeado de una fuerte muralla, conservada, en tres de sus lados con torres en sus ángulos, el cuarto directamente sobre el mar. Internamente estaba dividido en cuatro partes mediante dos amplias calles porticadas que se cruzaban en el centro, siguiendo la estructura de los campamentos militares. Estas calles desembocaban en puertas de muralla con torres.

Cada una de las áreas interiores estaba destinada a una función. El correspondiente a la residencia del emperador era la meridional que se abría directamente al mar; esta fachada se componía con una larga galería columnada a modo de mirador. En los dos cuadrantes de la mitad norte se distribuían, en uno las dependencias de la servidumbre, y en el otro, el cuerpo de guardia. Lo mejor conservado es el mausoleo ya que fue destinado a catedral y todavía hoy tiene esa función. Es de planta octogonal y cubierto con cúpula.




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